Por Jorge Sanén
Prevenir las adicciones no es un eslogan: es una urgencia social. En cada colonia popular, en cada comunidad rural de nuestro estado, hay familias enfrentando en silencio el drama del consumo de sustancias.
Y en la mayoría de los casos, ese silencio se debe a la falta de apoyo, de orientación, de políticas reales que entiendan que esta crisis no es individual, sino colectiva.
Desde el Congreso del Estado de Quintana Roo, esta XVIII Legislatura ha dado pasos firmes para abordar el tema con responsabilidad.
En comisiones hemos escuchado testimonios de madres solas, de jóvenes que fueron empujados por el abandono, de niñas y adolescentes atrapadas en redes de consumo que iniciaron como evasión y terminaron en tragedia.
Por eso hoy, como legislador y como ciudadano comprometido, alzo la voz: prevenir las adicciones es proteger el futuro del pueblo.
En nuestra legislación estatal existen herramientas, pero deben fortalecerse con enfoque de derechos humanos y perspectiva de género.
Las mujeres, por ejemplo, enfrentan una doble carga: sufren violencia y exclusión, y cuando caen en adicciones, son estigmatizadas y abandonadas.
Las juventudes, por su parte, viven bajo la presión de un entorno sin oportunidades, sin acceso a salud mental, sin alternativas claras. No podemos seguir reaccionando tarde. La prevención es un acto de justicia social.
Por ello, he respaldado propuestas que priorizan la prevención comunitaria, la intervención temprana en escuelas, la capacitación a promotoras y promotores de salud, y la creación de espacios seguros donde niñas, niños, jóvenes y personas en situación vulnerable puedan hablar, informarse y ser escuchadas.
No se trata solo de campañas, sino de cambiar entornos, construir redes de apoyo, legislar con el corazón en la calle.
La Cuarta Transformación nos recuerda que el poder debe estar al servicio de la vida.
Y eso incluye garantizar que cada persona tenga acceso a una existencia libre de adicciones, con atención médica, con salud mental, con dignidad.
Porque un pueblo fuerte no se construye desde los privilegios, sino desde el cuidado mutuo.
Hoy más que nunca, Quintana Roo necesita políticas públicas que miren de frente este problema y lo enfrenten con empatía, con presupuesto y con convicción.
La prevención salva vidas. Y la vida, toda vida, merece ser vivida con plenitud.
