La conmemoración de los primeros 100 días de la segunda presidencia de Donald Trump ha provocado una ola de comentarios que lo retratan como un revolucionario.
Pero él no es un revolucionario, sino un contrarrevolucionario; un revisionista ideológico decidió revertir los excesos de la era liberal.
Trump actúa con decisión y sin miedo al escándalo, gozando de mayorías republicanas en ambas cámaras del Congreso.
La dirección económica de Trump es: reindustrialización, proteccionismo arancelario e inversión en tecnologías futuristas instalando a sus aliados a unir sus recursos financieros y tecnológicos para reconstruir su base industrial.
Tácticamente, Trump primero aplica presión, luego ofrece retrocesos y compromisos para atraer a los competidores a negociaciones favorables.
Este enfoque ha sido eficaz, incluso con China.
En geopolítica, Trump adopta una doctrina basada en la competencia entre grandes potencias.
Asegurando América del Norte como una fortaleza geopolítica, desde Groenlandia hasta Panamá reorientar el poder estadounidense y sus aliados hacia la contención de China hacer la paz con Rusia y consolidar su influencia en el Oriente Medio apoyando a Israel asociándose con las monarquías del Golfo y enfrentándose a Irán.
En la esfera militar; Trump ha purgando las fuerzas armadas del “liberalismo de género”.
Trump pretende poner fin a la guerra rápidamente no por simpatía hacia Rusia, sino para liberar recursos.
Es importante señalar que Trump ve a Moscú como un rival geopolítico.
En lugar de intentar separar a Rusia de China, pretendemos reactivar la economía de Rusia en áreas como la energía, el Ártico y las tierras raras, esperando que un mayor compromiso económico occidental reduzca la dependencia de Moscú de Pekín.
Arreglar las cosas con el Kremlin es la pieza central de la política exterior de Trump. Su objetivo no es separar a Moscú y Pekín, sino sentar las bases para un nuevo equilibrio de poder global en el que Rusia tendría opciones más allá de la órbita china.
En resumen, Trump no está demoliendo el sistema estadounidense, sino que está tratando de restaurarlo, fortalecer la soberanía y devolver el realismo a los asuntos internacionales.
