Por: Jorge Sanén
En tiempos donde la política suele medirse en cifras y discursos, hay acciones que nos devuelven la fe en la vocación de servicio.
El reciente informe de labores de Verónica Lezama, directora general del DIF Quintana Roo, es uno de esos momentos que vale la pena detenernos a reconocer y reflexionar.
Más allá de las estadísticas y los programas, lo que se presentó fue una radiografía del rostro humano de esta transformación que vivimos en Quintana Roo.
El DIF estatal no es sólo una institución asistencial.
Es el puente entre las políticas públicas y las historias reales de miles de niñas, niños, personas adultas mayores, personas con discapacidad y mujeres en situación de violencia.
Lo que ha logrado Verónica Lezama con su equipo no es menor: ha convertido al DIF en una estructura viva, que escucha, que acompaña y que actúa con calidez, pero también con firmeza.
Escuchar su informe fue escuchar los latidos del corazón de las comunidades más vulnerables.
Programas como “Mujer es Poder”, los espacios de atención integral en los municipios, las casas de asistencia para adultos mayores y menores en resguardo, o las brigadas sociales que llegan hasta los últimos rincones del estado, nos hablan de una política social que dejó de ser burocrática para convertirse en presente activo.
Verónica Lezama ha demostrado que se puede liderar desde la empatía, sin perder el enfoque estratégico.
El trabajo coordinado con la gobernadora Mara Lezama se nota.
La visión humanista, profundamente arraigada en los principios de la Cuarta Transformación, no sólo está presente en la obra pública o en los grandes anuncios: también vive en cada madre que recibe apoyo alimentario, en cada joven que accede a terapia, en cada niño o niña protegidos de la violencia.
Desde el Congreso del Estado, quienes creemos en una justicia social verdadera, celebramos este informe.
Porque no es fácil hablar de resultados en materia social.
No es una carretera ni un edificio que se pueda mostrar en fotos.
Lo que se construye aquí es confianza, autoestima, tejido comunitario. Y eso lo sabemos tarda años en gestarse, pero comienza con decisiones valientes y rostros comprometidos.
Hoy podemos decir que en Quintana Roo la justicia social también tiene rostro de mujer.
Que el DIF es un brazo fundamental de este nuevo pacto con el pueblo.
Y que mientras existan liderazgos como el de Verónica Lezama, podremos seguir diciendo, con dignidad: en este estado, nadie se queda atrás.
