Por Jorge Sanén
La historia de Chetumal está marcada por ciclos de esperanza y desafíos.
Hoy, con la firma del nuevo Polo de Desarrollo Estratégico entre la presidenta Claudia Sheinbaum y la gobernadora Mara Lezama, comienza una etapa que no es solo un proyecto económico, sino un acto de justicia territorial.
Durante años, el sur de Quintana Roo fue relegado a un papel secundario en la planeación nacional.
La centralización del desarrollo en la zona norte generó desigualdades profundas.
Esta firma representa un compromiso firme de saldar esa deuda histórica con la gente de Chetumal y de todo el sur del estado.
El nuevo Polo de Desarrollo no es un documento más.
Es un plan integral que articula inversión federal, políticas estatales y voluntad política para convertir a Chetumal en un centro logístico, comercial y social de primer nivel.
Se trata de atraer inversión productiva, crear empleos dignos, fortalecer la infraestructura y, sobre todo, recuperar la confianza de miles de familias que por años escucharon promesas que nunca llegaron.
Este acuerdo es también un símbolo del nuevo modelo de país que impulsa la Cuarta Transformación: un modelo que pone la justicia social en el centro de la agenda, que apuesta por el sur-sureste y que entiende que no puede haber desarrollo si no es incluyente y equilibrado.
Desde el Congreso del Estado respaldaremos con firmeza esta visión.
Sabemos que legislar no es solamente aprobar leyes, sino construir condiciones para que la prosperidad llegue a cada región, sin importar el código postal.
Chetumal tiene el potencial de convertirse en un motor económico y cultural que beneficie a todo Quintana Roo. Y hoy se están dando pasos concretos para lograrlo.
Este anuncio confirma algo que muchas y muchos creían imposible: que los compromisos se cumplen cuando hay voluntad política verdadera.
Claudia Sheinbaum y Mara Lezama han demostrado que gobernar con honestidad y cercanía no es una estrategia de discurso, sino de hechos.
A Chetumal le esperan años de crecimiento y transformación.
Pero también nos esperan grandes responsabilidades: vigilar que los recursos lleguen, que se usen con transparencia y que el desarrollo no deje a nadie atrás.
Porque la verdadera transformación no es la que se anuncia, sino la que se vive en la vida cotidiana de las comunidades.
Hoy Chetumal renace. Y renace con justicia.
