Santiago Rodas / Grupo Cantón
Andrés Custodio Colorado fue sentenciado a 40 años de prisión por violación a una menor.
Cancún.- Dan sentencia a dos individuos por abuso sexual a menores, uno de ellos durante más de dos años, una niña vivió en el infierno mientras su agresor un familiar cercano, la sometía sexualmente de forma sistemática. Cada tercer día, su infancia era arrancada en un domicilio de la Zona Continental de Isla Mujeres, mientras su madre, lejos de protegerla, optó por negarlo todo.
Hoy, el sistema judicial finalmente rompió ese pacto de silencio: Andrés Custodio Colorado fue sentenciado a 40 años de prisión por violación, en un fallo que sacude a Benito Juárez y expone una realidad dolorosa que muchas víctimas comparten.
El caso, atendido por la Fiscalía Especializada en Combate a Delitos Sexuales, representa más que una condena: es el triunfo tardío de una menor que fue desacreditada por su propia madre y que sólo encontró refugio cuando, en unas vacaciones, pudo contar su verdad a sus abuelos.
Fue el abuelo quien en un acto de valentía que contrasta con la indiferencia familiar, interpuso la denuncia que destapó el horror.
Gracias a la labor ministerial, un Juez de Juicio Oral halló culpable a Custodio Colorado, imponiéndole además una multa de 138 mil 330 pesos por concepto de reparación de daño.
La víctima, que apenas tenía nueve años al momento de denunciar, había sido abusada desde los seis años, bajo un techo que debía ser seguro.
Pero el caso de Andrés no es un hecho aislado. Ese mismo día, la Fiscalía también logró la vinculación a proceso de José Alfredo “N”, por su presunta participación en la violación de una menor en la comunidad de Señor, Felipe Carrillo Puerto.
El ataque ocurrió en enero de 2020, cuando el imputado llevó a la víctima a una unidad deportiva y la sometió con violencia física.
A pesar de la resistencia de la menor, el agresor consumó el delito.
Hoy permanece bajo prisión preventiva mientras se desarrolla el juicio.
Ambos casos revelan una verdad alarmante: la violencia sexual contra menores no solo se perpetra en la oscuridad de los hogares, sino que muchas veces es solapada por el entorno más cercano.
La figura del agresor familiar, la desconfianza institucional y la revictimización dentro del núcleo familiar son barreras que muchas niñas no logran superar.
Estos procesos judiciales marcan un precedente, pero también una advertencia: los crímenes sexuales no quedarán impunes y cada voz silenciada encontrará eco en la justicia.
Aún falta mucho por hacer, pero estos fallos representan una luz en medio de una esperanza para las afectadas.
