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19 abril, 2024

Astillero

Meade lisonjea (y exculpa) a los Calderón

• Cercanías con tufo a alianzas
• Obispo, capo y Segob
• Sheinbaum y Barrales se enzarzan
Ha lanzado José Antonio Meade el primer requiebro político a su hipotética aliada a futuro, Margarita Zavala Gómez del Campo. Luego que el candidato priista retara a debate público a Andrés Manuel López Obrador y a Ricardo Anaya, para hablar sobre la situación inmobiliaria y patrimonial de cada uno, fue la expanista, ahora “independiente”, quien encaró el desafío (que, como queda dicho, no era dirigido a ella, sino específicamente al tabasqueño y al queretano), urgida como está de treparse al escaparate presidencial, hasta ahora dominado por los tres candidatos varones.
La respuesta de Meade, una expedita exculpación ni siquiera pedida por Margarita y Felipe Calderón, aporta indicios tempranos de una tersura política que a muchos lleva a especular sobre el papel que finalmente asumirá dicha candidatura conyugal, pues así respondió en Twitter el esposo de Juana Cuevas: “Bienvenida al debate, @Mzavalagc. En honor a la verdad, jamas (sic) he dudado de que tú y tu familia viven de acuerdo con su ingreso bien habido. Lamentablemente, no veo lo mismo en el caso de @lopezobrador_ y @RicardoAnayaC”.
Dicho tuit no es un acto de galantería política sino una precoz demostración de posicionamientos compartidos: la presidenta del DIF nacional de 2006 a 2012 como “opositora” complementaria, adjunta, sumable en el momento adecuado. Ruedas que hoy parecen ir por caminos distintos, distanciados, pero que tienen antecedentes de viajes compartidos y, hoy, de adversarios también compartidos: Margarita y Felipe buscan restarle puntos a su repudiado Anaya y, con ello, si llegan a desbancarlo del provisional segundo lugar en las encuestas de opinión, ayudarían al posicionamiento de Meade en el subliderato, endeble en términos reales pero suficiente para intentar desde ahí el rebase forzado del Peje correcaminos, al merito estilo (tan conocido por ese amasijo prianista, tecnocrático y político) del “haiga sido como haiga sido”.
Por otra parte, los dardos selectos de Meade buscan agravar la herida abierta con datos de la inteligencia federal financiera al revelar los pormenores de una de las operaciones de enriquecimiento, explicable a la luz de las influencias políticas, del panista Anaya en Querétaro, en específico con una nave industrial productora de ganancias desorbitadas.
Y, por otra parte, se busca ir centrando el debate en las circunstancias específicas del insólito modo de vida de López Obrador, quien ha mostrado tal desapego de las cuestiones monetarias que (según la insistencia de los señalamientos del priismo, hasta ahora no tan precisos) probablemente habría infringido algunas disposiciones fiscales al no hacer reportes específicos del monto de los ingresos recibidos anualmente y del correspondiente pago de impuestos.
Parecería una estrategia diseñada por sus peores enemigos, pero hay priistas entusiasmados con la posibilidad de “exhibir” a AMLO en términos de una supuesta irregularidad respecto a sus obligaciones con Hacienda, lo cual, en el contexto de lo que hoy se vive en México, sería una infracción tan artificialmente explotable que, como en el desafuero previo a la campaña de 2006, podría terminar por afianzar las expectativas de triunfo del tabasqueño.
Alfonso Navarrete Prida no quiso sentirse rebasado por un obispo, el de Chilpancingo, Guerrero, quien reveló que el viernes recién pasado se reunió con un “alto capo de la droga” para gestionar y agradecer obras y servicios otorgados por un cártel del narcotráfico a una población de esa entidad y, de pasada, para abogar en contra de los asesinatos de políticos que buscan ocupar cargos de representación popular.
El obispo Salvador Rangel comentó, con toda tranquilidad, que pidió a ese capo que se frenaran los crímenes políticos, a lo que el poderoso interlocutor respondió positivamente, pero estableciendo dos condiciones que, en todo caso, son netamente políticas, frente a la criminalidad de los políticos: por principio de cuentas, “evitar que se compre el voto”, y, en segundo lugar, que “los candidatos cumplan lo que prometen, porque cuando llegan al poder se olvidan de la gente”. ¡Vaya que salió politizado el tal “alto capo de la droga”¡
Ante el pragmatismo político del obispo y el capo, el secretario de gobernación saltó en busca de reivindicar su oficio casi inútil: soltó algunas de esas frases que tanto complacen a los políticos castigados por la obsolescencia:  el gobierno mexicano, dijo Navarrete, “no negocia la aplicación de la ley y no hay posibilidad alguna de que eso ocurra; no es un tema dubitativo, las leyes se acatan y se cumplen”. Mientras tanto, en Guerrero, como en buena parte del país, la violencia criminal sube de nivel y arrolla a políticos, funcionarios y retórica que solo sirven para rellenar boletines de prensa.
La contienda por la Ciudad de México va subiendo de tono, con la morenista Claudia Sheinbaum a la delantera, la perredista Alejandra Barrales como segundo lugar retador y el priista Mikel Arriola haciendo esfuerzos para no verse hundido. La próspera compradora de bienes inmuebles de lujo, Barrales, ha retomado, como era de esperarse, el tema de las muertes de niños en el colegio Enrique Rébsamen, durante el pasado sismo magno de septiembre, y las irregularidades administrativas cometidas por autoridades de la delegación Tlalpan, con dedicatoria de la exdirigente de una asociación de sobrecargos de aviación contra la mencionada Sheinbaum.
Convertido en una pálida añadidura al tren de blanco y azul que encabeza Ricardo Anaya a nivel nacional, el perredismo pretende librar en la capital del país una pelea cerrada con Morena, sobre todo ante el riesgo, que prevé el mancerismo, de una venganza política contra la actual administración capitalina, muy acusada de negocios y enriquecimientos.
Y, mientras Donald Trump insiste en agarrar de “piñata” a México, ¡hasta mañana!

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