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18 mayo, 2024

Mundo

Migrantes libios dan la vida por dejar el infierno

En el bote de goma hay unos 130 inmigrantes, entre mujeres embarazadas, niños y bebés, que quieren dejar atrás la tortura, las violaciones, el hambre y la desesperanza que se vive en Libia.

Hombre a hombre, mujer a mujer, niño a niño se negocia quién puede ir a Europa y quién tiene que regresar al infierno libio. Al final el Aquarius, el barco de la ONG alemana, italiana y francesa SOS Mediterranee se dirige rumbo a Europa con 39 mujeres y niños, sin embargo, el resto no lo consigue.

Algunas familias acaban divididas. “Un panorama terrible” para todos los inmigrantes a bordo y también para los rescatistas, según señala la vocera de SOS, Jana Ciernioch, al relatar lo sucedido, pero se trata de escenas que se repiten bastante en los últimos tiempos en el mar, en las aguas que separan el norte de África de Europa.

El penúltimo fin de semana de abril, más de 250 personas fueron devueltas a Libia y unas 900 fueron rescatadas bajo mando de la costa italiana. Los barcos de rescate europeos se enfrentan cada vez más con la guardia costera europea.

A menudo no queda definido quién puede rescatar a los inmigrantes. Se retrasan las misiones de rescate, lo que pone en peligro vidas humanas, lamenta la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).

Italia está dejando de coordinar cada vez más los rescates en el Mediterráneo”, señala la portavoz de SOS Ciernioch. El objetivo es que las misiones queden por completo en manos libias antes de que termine el 2020. Es decir, a cargo de un país sumido en una guerra civil y en el que las estructuras estatales están colapsadas.

Entrenada y equipada por la Unión Europea, la Guardia Costera libia será la encargada de impedir el viaje de los inmigrantes. Amnistía Internacional acusó a parte de la Guardia Costera de cooperar con los traficantes de personas. Una vida humana apenas tiene valor en un país donde los inmigrantes van a campamentos en los que “la tortura y el mal trato” son sistemáticos, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

 

Se acabó con el principio humanitario que el gobierno italiano aplicaba en los rescates en el mar de inmigrantes, señaló Paolo Cuttitta, del Amsterdam Centre for Migration and Refugee Law. Las organizaciones humanitarias han pasado de ser socios a adversarios y las autoridades libias están bloqueando el viaje de los inmigrantes, lo que favorece a Italia.

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En el pasado hubo hasta más de diez barcos civiles en el Mediterráneo ejerciendo labores de rescate. Pero algunas organizaciones se han retirado del todo porque la oposición a la inmigración hizo que se redujeran considerablemente los donativos o porque no firmaron el “Código de Conducta” para las organizaciones humanitarias que impuso el gobierno italiano para operar en la zona.

Otros barcos fueron incautados y su destino está en los juzgados. Las autoridades italianas inmovilizaron durante varias semanas el barco español Open Arms y al capitán, mientras que a la responsable de la misión fue acusada de favorecer la llegada de inmigración irregular.

El juez que instruye la causa liberó el barco y lo hizo con el argumento de que, teniendo en cuenta las circunstancias en Libia, es inhumano que se regrese a las personas.

Pero eso va a cambiar poco la política italiana y europea respecto a la inmigración que procede del norte de África, pues su prioridad es mantener lejos de Europa a cualquier precio a los inmigrantes, entre otros porque los gobernantes prefieren evitar grandes oleadas de odio racial en sus respectivos países.

 

PACTO DE SANGRE

El polémico acuerdo con los libios hizo que, el año pasado, hizo que llegara a Italia un tercio de inmigrantes menos que el año anterior.

En lo que va de año fueron 18 mil 500 personas en lugar de 46 mil las que llegaron. No obstante, murieron en la travesía más de 550 inmigrantes.

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Y ahora, cuando las condiciones meteorológicas comienzan a mejorar, los rescatistas creen que se realizarán más intentos de llevar a Europa por mar. Además, también ha aumentado la cifra de refugiados que llega a Europa por la ruta de Marruecos-España. A ello se suma que, según estimaciones de la ONU, cientos de refugiados mueren en el desierto intentando llegar a la costa.

¿Se puede entonces hablar de éxito? “Para (el gobierno italiano y Europa) se trata de un éxito, mientras que las violaciones de los derechos humanos dejan de estar continuamente delante de nuestras cámaras de televisión”, explica Maurizio Ambrosini, docente de política migratoria en la universidad de Milán.

Pero el problema no está ni de lejos resuelto, tan sólo ha sido trasladado. Stefano Torelli del centro europeo ECFR explica que el acuerdo con Libia realmente ha conseguido el efecto contrario y el apoyo indirecto de milicias, autoridades locales y la guardia costera ha provocado una lucha por el poder entre los diferentes actores.

Con base en estimaciones, más de 700 mil  inmigrantes viven en Libia, a lo que se suman los más de 165 mil libios que se han visto expulsados de sus poblaciones por los combates en el país.

Que la situación de los refugiados empeora continuamente es algo que constatan las organizaciones humanitarias y las autoridades italianas. Uno de los hombres que recientemente llegó a Sicilia se desmayó al desembarcar en la isla. Estaba muerto de hambre. El alcalde de la localidad de Pozzallo, Roberto Ammatuna, señaló: “Apenas eran piel y hueso, como si salieran de un campo de concentración nazi”, dijo en referencia a los migrantes.

 

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