POR KARLA RUSSELL
#VenaCava
Teoría de Juegos y el por qué ser optimistas
El llamado de la Presidenta de México, Claudia Sheinbaum, en la plaza del zócalo capitalino el pasado domingo, fue el de ser optimistas, principalmente ante los plazos cambiantes de EEUU y su Presidente Donald Trump, con respecto a los aranceles en productos de importación y exportación.
Pero, ¿qué tiene que ver la teoría matemática de los juegos en todo esto? Esta Teoría Económica de John Nash se emplea en estrategias de negociación de Mercado, política, biología y seguridad nacional, basada en que la decisión individual de alguien, influye en la de otros esperando el resultado del que la promueve.
Y sí, es egoísta al principio, cuando es un juego no cooperativo. Pero si previo al juego hay una ley o una regla escrita de lo que es válido o invalido, lo que se pretende es romperla a costa de perder para luego renegociar y ganar. Ahí es cuando todos ganan si cooperan.
Pero quiénes deben perder si parece que Trump odia al mundo. No necesariamente, cuando el enemigo público, con todas sus letras, es el N4RC0, pero si estos cooperan, hasta cierto punto, el verdadero enemigo es el que infunda terror: Terroristas, pues. Esa palabra es absolutamente clave para el algoritmo político y de seguridad internacional. Si generas terror a través de otras actividades, eres el blanco perfecto para atacar.
Y no, tampoco es que quiera ayudar a los malos, pero digamos que el mal existe como equilibrio para que los buenos actúen. El problema es que no aparecen cuando todos están idolatrando al malo y dejan de conocerse las virtudes de los buenos. El desequilibro es brutal que hasta infantes cantan las canciones de apología del crimen y suelan ser de grandes como ellos: los que rompen las leyes, lastiman, torturan, agreden y son libres sin castigo alguno.
Durante muchos años asesoré en campañas políticas y toma de decisiones a políticos y algunos empresarios basándome en este modelo matemático. Muy joven y siendo mujer cuestionaban previamente los resultados que fueron luego mostrando ser exitosos.
A veces, arrogantemente, cuando dudaban de mi, les decía: la política es tan buena como para que la manejen los políticos. Ya no soy arrogante, pero sigo creyendo lo mismo.
