Un turista que llega al Caribe Mexicano se encuentra y puede gozar del agua por todos lados: Albercas, fuentes, cenotes cristalinos, lagunas, playas, jacuzzis… ¡vamos, hasta en las cervezas!
Quienes aquí vivimos damos por sentado el que tenemos agua en abundancia para nuestro consumo y el de los visitantes. No es así en muchos países del mundo. Destinos tan sofisticados como los Emiratos Árabes Unidos, están entre las naciones que mayor sequía padecen.
Alrededor de mil millones de personas viven, al menos durante una parte del año, sin acceso al agua alrededor del planeta.
Hay muchos factores que determinan el que la península de Yucatán sea rica en recursos hídricos.
Gozamos de lluvias durante la mayor parte del año. Las aún amplias superficies selváticas de la región facilitan que la lluvia se infiltre al subsuelo para abastecer vastos acuíferos que conforman a una de las mayores reservas de agua del país.
Gracias a ello, la mayoría de los habitantes de Cancún y Riviera Maya acceden al agua con solo abrir el grifo en cualquier momento dando, al mismo tiempo, viabilidad a uno de los mayores destinos turísticos de playa.
Se prevé que, a raíz del cambio climático, la península yucateca vea un aumento en las sequías, lo cual, por su puesto, reducirá la cantidad de agua que reciban los acuíferos.
Si a eso le sumamos la creciente destrucción de zonas selváticas por la expansión de las ciudades, veremos cada vez menores áreas de captación de agua en torno a las metrópolis de Quintana Roo. No olvidemos que las ciudades de hoy son, básica y lamentablemente, superficies impermeables.
Aunado a ello, la deforestación por agricultura trae consigo la contaminación, por plaguicidas y fertilizantes, del agua destinada a abastecimiento de ciudades y complejos turísticos.
Ante este contexto, es claro que la conservación de las selvas no es un capricho de ambientalistas sino un elemento clave de “infraestructura natural” que debe contemplarse de manera integral en el diseño y construcción de nuestras ciudades turísticas para garantizar el abasto de agua.
La vida y economía de más de 1 millón de habitantes de Cancún y Playa del Carmen y el bienestar de casi 20 millones de visitantes al año dependen de ello.
El agua no nace de la nada y, sin embargo, ponemos cada vez más en riesgo el proceso que nos hace una región privilegiada, en México y el mundo, en lo que al vital líquido se refiere.