Un discípulo llegó ante el maestro, una tarde en la que se dejaba ver un cielo gris cubierto de espesas nubes que anunciaban una tormenta furiosa de la cual empezaba a caer la llovizna que anticipa lo que vendrá, acompañada de vientos acelerados que, al pasar por los frondosos árboles y sus gruesos tallos, se escuchaba un rechiflido y sonido renegón, que desembocaba en el acantilado cerro del paradisiaco pueblo y teniéndolo de frente con mirada serena, le preguntó:
¿Maestro, por qué existe el ser humano?, mejor pregúntate ¿para qué?, le respondió el sabio, dando unos pasos hacia el exterior y abriendo sus brazos elevados hacia el cielo y dejando caer las gotas de lluvia en su rostro, a la vez que mantenía los ojos cerrados con un balanceo sereno como si danzara al compás del sonido que producía el viento e inhalando profundamente como si quisiera atrapar en su totalidad el intenso olor a tierra mojada…
Existe una gran diferencia entre el ¿por qué? y ¿para qué? Aun cuando solo una a es la pequeña o gran diferencia, sin embargo, en esencia, la primera nos remonta a la causa, al pasado mismo, lleva en si a una justificación o condicionante y la segunda nos proyecta al futuro, despierta la creatividad y significados, ofrece una razón de ser y estar y estimula una parte de la mente que provoca sentido a la vida misma.
¿Por qué existe el ser humano o para qué existe? Son dos enfoques completamente extremos y nos llevan a respuestas muy diferentes y valdría la pena en este orden de ideas aplicar esta reflexión en otro contexto, por ejemplo, si se les preguntara a los aspirantes a ingresar a una universidad.
¿Por qué quieres estudiar? Probablemente algunos responderían: porque sí, porque no hay de otra, porque mis papas me lo piden, porque mi novia o novio también va a estudiar, porque así debe ser, porque ya termine la preparatoria, entre otras respuestas.
¿Para qué quieres estudiar? Las respuestas versarían entre: para conocer las vanguardias en materia social, cultural, económica, tecnológica, educativa, lingüística, laboral y demográfica, para tener una cultura más global y diversificada, para obtener empleos mejor remunerados y con mejores condiciones laborales en la actualidad, entre otras opciones más.
El enfoque podría usarse en todos los aspectos de la vida y nos daría, sin duda alguna, visiones y respuestas completamente opuestas, una de justificación y otra de proyección y aprendizaje. Ojalá y hagamos de esta, una nueva forma de cuestionar o cuestionarnos en los diferentes aspectos de nuestra vida.
La pregunta que queda en el aire seria ¿y para qué?…