El duro impacto que ha provocado la contingencia sanitaria del Covid-19, cierre de 132 hoteles tan solo en Cancún, Puerto Morelos y la zona continental de Isla Mujeres que representan 40 mil 230 cuartos sin dar servicio, las pequeñas empresas obligadas a bajar las cortinas por la contingencia, de ellas más de 8 mil en Cancún, es una crisis que tomó por sorpresa a empresarios, gobiernos y ciudadanos.
A consecuencia viene el desempleo que da al traste a incidencias como con el vandalismo, la depresión y la migración, en un abrir y cerrar de ojos podemos ver la delgada línea entre lo glamuroso y el desastre que se vive en la actualidad en el Caribe mexicano con el desplome de la industria sin chimenea.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica, el 51.4% de la población de Quintana Roo (poco más de la mitad) proceden de otros estados, principalmente de Yucatán, Chiapas, Veracruz, Ciudad México y Tabasco.
En su mayoría por búsqueda de un trabajo digno, reencuentro familiar o escapar de la inseguridad, aunque este último renglón en los últimos dos años eso, va en retroceso al dispararse sin control las ejecuciones en la entidad, no obstante la gente aún le apuesta a Quintana Roo porque aún no ha caído del pedestal de ser el principal polo turístico de México.
Las personas encuentran una buena cantidad de ofertas laborales disponibles, en especial en el ramo turístico e inmobiliario. Este amplio preámbulo y el incremento de casos contagiados por el virus en el estado que cada día se duplica, sobre todo en Cancún y Playa del Carmen hace que muchos no se la piensan dos veces y se regresan a su lugar de origen, por el incremento de la delincuencia, la crisis económica y para poner el broche de oro ahora la pandemia si algunos ya pensaban regresarse esto fue el empujón final, aunque otros se van con la esperanza que le irá mejor en la segunda vuelta cuando regrese el bienestar de nuevo.
Los despidos masivos de los hoteles, la detención de grandes obras hoteleras, condominios y plazas ha provocado que el sustento de los migrantes sea precario sobre todo en la zona norte que es donde más se concentra el polo turístico y ha hecho que los que vienen por trabajo cambien sus planes “sin techo, ni trabajo, ni dinero, mejor me regreso a la sierra allá a Tonalá”, me comentó un chiapaneco con la mirada perdida.
Las sacudidas que ha provocado este virus es un hecho sin precedentes y la movilidad resulta una decisión difícil y obligada para los inmigrantes ya que es latente el riesgo de exclusión a pesar que no se debe estigmatizar, ni discriminar a ciertos grupos debido a su origen étnico y por la estigmatización es posible que ese grupo de personas escondan sus síntomas en lugar de buscar tratamiento.
Por otro lado, desde el pasado martes, el gobernador dictaminó restringir la movilidad en las ciudades del estado, extremar el distanciamiento social y de uso obligatorio el cubrebocas al salir a las calles, pero hasta ahora esa disciplina cuesta, miles son las personas que aún salen y hacen caso omiso a lo que ya hace tres días indicó la autoridad.
Respecto a la planificación de cierre de las principales avenidas incomoda a los que aún tienen que trabajar, la conexión de transporte y desplazamiento del centro hacia las regiones es una locura, como las cifras que imponen de contagios, pero saque usted sus propias conclusiones, punto y final.
