El principal foco de atención estuvo en el congreso nacional de Morena. Andrés Manuel López Obrador dio lectura al plan de gobierno que propone para 2018-2024, con dos polémicos artífices que también usaron el micrófono: Alfonso Romo, el peculiar empresario regiomontano que ha apoyado las más confrontadas opciones electorales (PRI, PAN y, ahora, el nuevo partido), a tal grado que años atrás había sido acusado de formar parte de la “mafia del poder” y Esteban Moctezuma Barragán, el ex secretario de gobernación de Ernesto Zedillo (con un episodio sumamente delicado respecto a conversaciones y traiciones al subcomandante Marcos) y actual presidente de la Fundación Azteca, que es parte del grupo empresarial propiedad de Ricardo Salinas Pliego.
Ausente del Auditorio Nacional, donde se realizó el congreso de Morena, pero ya recuperado para la causa lopezobradorista, Ricardo Monreal, el jefe delegacional de Cuauhtémoc derrotado en su disidencia respecto a la nominación de candidatura a la jefatura de gobierno, finalmente asignada a Claudia Sheinbaum, quien ayer también compartió tribuna y recibió una de las ovaciones más fuertes del día. Monreal dijo ayer en la tarde, en un video, que seguirá en Morena debido a profundas reflexiones y consideraciones que ha hecho sobre la situación del país. Además, aunque eso no lo dijo, porque le ofrecieron ser coordinador de la campaña de AMLO, o candidato a senador, o presidente del comité nacional de Morena.
Consejo el domingo y congreso el lunes, en una tanda de morenismo que fijó sus propuestas programáticas (ayer mismo ya había discusiones en las redes respecto a los temas fiscal y de seguridad pública; sobre todo, en este punto, en cuanto a militarización y continuidad o no de las políticas trazadas por Felipe Calderón) y detalló las fases electorales inmediatas (encuesta para definir al siempre sabido candidato presidencial, sin que se sepa aún quién o quiénes disputarán al tabasqueño la postulación; apertura a posibilidades de alianzas con todos los demás partidos, excepto PRI y PAN y con un guiño de última hora al PRD; y boceto de gabinete a mediados de diciembre).
El Frente Ciudadano por México (FreCiMe) ofreció, a su vez, dos postales aparentemente contradictorias. En el plano formal, el mentado frente va. Ayer mismo, para no dejar el escenario mediático a disposición exclusiva de Morena y López Obrador, acudieron al Instituto Nacional Electoral los dirigentes del PAN, PRD y Movimiento Ciudadano para presentar su plataforma electoral y su programa de gobierno, en la “tercera fase” de un proceso que esperan aterrice en una coalición electoral partidista (que, obviamente, hasta ahora no lo es formalmente).
Vista esa imagen, todo parecería marchar sobre ruedas. Pero la acumulación de presuntos buenos propósitos unitarios no corresponde a la cruda realidad del encarecimiento de ciertas piezas necesarias para el ensamble final. Conforme a la primera postal, el queretano Ricardo Anaya Cortés estaría en un camino de inevitable postulación a la presidencia de la República, así fuera simplemente porque es el directivo del partido que, según las estadísticas oficiales, mayor número de votos aportará al Frente y que, además, cuenta con el mayor número de gobernadores y tesorerías estatales disponibles.
Pero Rafael Moreno Valle le obstruye el paso al exigir que la postulación de candidato presidencial provenga de unas elecciones abiertas (Moreno Valle no tiene viabilidad para ser abanderado a Los Pinos, pero quiere cobrar lo más caro posible su adhesión final a Anaya, incluyendo la postulación de su esposa, Martha Erika Alonso, para gobernadora de Puebla).
Esa misma exigencia (que es, en esencia, la misma que sostuvo Margarita Zavala hasta que no le quedó sino dejar su partido) es planteada por Miguel Ángel Mancera, quien fue designado aspirante a la jefatura del gobierno capitalino, en 2012, por un acuerdo entre dos personas. Mancera ha dicho que, si no hay “elección democrática”, sino un “dedazo”, él no participaría más en el Frente, donde su correa de transmisión de órdenes ha sido Alejandra Barrales, quien dejará la presidencia nacional del sol azteca pero, según un acuerdo audaz, seguirá a cargo de las negociaciones con el Frente aunque ya haya nuevo dirigente, tal vez Juan Zepeda, el mexiquense apoyado por Alternativa Democrática Nacional, la nueva corriente dominante en el PRD.
En cuanto a los aspirantes a candidaturas presidenciales por la vía independiente de partidos, el gobernador de Nuevo León, Jaime Rodríguez Calderón, ha tomado una delantera notable respecto a Margarita Zavala, quien se ha estancado en el segundo lugar de recaudación de firmas de apoyo. De seguir las tendencias así, sólo serían ellos dos quienes estarían en condiciones de alcanzar el registro, pues muy lejos están quedando Armando Ríos Píter, Pedro Ferriz de Con y María de Jesús Patricio, Mari Chuy.
Rodríguez Calderón y Zavala no corresponden genuinamente al sentido de los candidatos independientes, pues ambos provienen de estamentos de poder, con estructuras de apoyo bien financiadas. Pero ambos son funcionales a los planes de dispersión y confusión que se desea crear en 2018, con partícipes “confrontados” entre sí, pero a fin de cuentas alineados en la estrategia de cerrarle el paso a la opción indeseada por los grupos que promueven a estos independientes, la de López Obrador.
En el flanco priista todo aparece en calma, con una generalizada versión de que el dedo supremo ya ha decidido que el próximo candidato presidencial será José Antonio Meade Kuribreña, cuyo destino quedará claro si no es postulado para ser gobernador del Banco de México, en sustitución de Agustín Carstens, quien dejará ese cargo a finales del presente mes. De no ir Meade al Banxico, sería porque le está reservada la mencionada candidatura priista, según las especulaciones en curso. ¡Hasta mañana!