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13 mayo, 2024

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UNA COLORADA

LILIA CISNEROS
Guerras santas

Que tanto es tantito! Frase del vulgo, llena de sentido común y hasta centro de inspiración de más de una melodía festiva. Pero “tantito” a veces se convierte en mucho y ocasionalmente en todo, como sería el tema de la laicidad del estado mexicano. Con los matices de quien relate el tema –recuerdo que una de las monjas de mi escuela primaria, hablaba de “Beno Juárez” como una especie de demonio- es un hecho irrebatible que a mediados del siglo XIX, mexicanos ilustrados dispusieron que era al Estado y no las iglesias a quien correspondía ordenar todo lo relativo a registros de nacimientos, bodas y defunciones y otro s muchos temas.
Ante la rebeldía para acatar dicha normatividad, el principio básico de “dar a Cesar lo que es de César y a Dios lo que es de Dios”, se convirtió en ley y hubo de ser obligado cumplirse, con la molestia de quienes detentaban un poder casi suprahumano, basados sobre todo en el cúmulo de bienes con los que las iglesias –básicamente la católica- contaban. Sin embargo, la abundancia de leyes –algunas sin pies ni cabeza- llevaron al gobierno a buscar una forma de “congraciarse”, con quien podía “garantizar”, cierto niveles de “legitimación” y así las cosas se empezó a retroceder y para ello cambiar “tantito”, la base de lo que fue una forma sabia y a la mexicana de aquello de dar a Cesar y a Dios, cada uno en su ámbito de competencia.

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