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8 mayo, 2024

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TIBUTIBURONEANDO

ARMANDO TIBURCIO
La Serie del Caribe necesita un salvavidas (Entrega 1 de 3)

El estadio de beisbol estuvo semi vacío ¡en República Dominicana! La versión 2016 de la Serie del Caribe mostró síntomas de que anda mal en sus entrañas. Los aficionados la desdeñaron. No es cosa menor: si hay algo que se cultiva como entretenimiento masivo en el Caribe hispano es el beisbol (en las Antillas de lengua inglesa, derivadas del colonialismo británico, es nada menos que el cricket, su antecedente directo). Y Dominicana es, además, un venero organizado que lanza con frecuencia nuevos valores a la ‘gran carpa’ de las Grandes Ligas norteamericanas. ¿Qué pasó ahí?
La abúlica justificación que ha da el presidente de la Confederación de Beisbol Profesional del Caribe, Juan Francisco Puello, es de antología: la ausencia de aficionados se debió a la carencia de transporte, al pesado tráfico de Santo Domingo y a la lejanía de los parqueaderos de vehículos. Quédese con la frase cantinflesca: “Lo que puede preocupar en este sentido es que los estadios no es que se han visto vacíos, pero sí con pocos fanáticos. Eso pudiera, de cierta manera, interpretarse de que el fanático no está interesado.”
El legendario cronista beisbolero, Juan Vené, no le da vueltas: la Serie del Caribe va en decadencia. “Es un espectáculo periclitado, espichado, decrépito, que hace rato se extingue irremediablemente.” ¿Y los responsables, don Juan? ¡Juan Francisco Puello y sus colegas! Veremos.

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