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16 abril, 2024

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Renovarse o morir

Luego de haber perdido las elecciones del pasado 5 de junio, el Partido Revolucionario Institucional (PRI), se enfrenta a su supervivencia en cuestión de estructura, puesto que la estructura de la cual ha gozado por años, se paga con el dinero del pueblo que proviene de cuotas de sus militantes y de los funcionarios públicos.

Sandra Romero

Luego de haber perdido las elecciones del pasado 5 de junio, el Partido Revolucionario Institucional (PRI), se enfrenta a su supervivencia en cuestión de estructura, puesto que la estructura de la cual ha gozado por años, se paga con el dinero del pueblo que proviene de cuotas de sus militantes y de los funcionarios públicos.

Por ejemplo, un funcionario con determinado rango, tiene que aportar, dependiendo del cargo, una cuota al tricolor, lo cual sirve para sueldos gasto corriente de las oficinas del tricolor, ya sea estatal o municipal.

Ahora bien, en el gobierno que inicia el 5 de junio, se supone que el tricolor no contará con funcionarios de primer nivel, con lo cual no habrá cuotas a ese partido y se reflejará en la disminución de la estructura territorial de la que tanto presume y que le había permitido mantener el poder en la entidad y principales municipios.

Al perder el control del estado, ese partido también disminuirá su crecimiento y creación de cuadros, aunque este último caso no hay mayor problema porque son los mismos que siempre compiten en los procesos electorales, error que los votantes les cobraron en urnas en la elección pasada.

Basta recordar como en Benito Juárez, los seis años que ese partido no gobernó, no creció y su estructura se vio debilitada. Al perder el control del estado, el golpe podría hacerlo desaparecer.

Ahora ese partido se refugiará en los municipios donde ganaron la elección y en las organizaciones de obreros y gastronómicos, entiéndase la Confederación de Trabajadores de México (CTM),  y la de Obreros y Campesinos (CROC), para poder tener cuotas.

Le tocará, como al resto de los organismos políticos,  subsistir con las prerrogativas que reciba del Instituto Nacional Electoral (INE) y del Instituto Electoral de Quintana Roo (IEQROO), a lo cual no están acostumbrados.

Y es que la vida que se dan los dirigentes del tricolor es de lujo, vemos a la cabeza principal en turno en grandes camionetas, chofer y escoltas, comodidades que obviamente no son subsidiadas al cien por ciento con los recursos que recibe ese organismo político, pues a la par debe mantener activa la estructura de la cual siempre habían presumido.

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Al tricolor en la entidad le espera, sin duda, una disminución en sus filas en los próximos meses, tendrá que reajustarse para sobrevivir como partido y dar la pelear en las elecciones intermedias del 2018 cuando se elija diputados locales, senadores y presidente de la república.

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