A cuatro días de que entre en funciones la próxima legislatura, los próximos diputados serán recibidos con la amarga noticia de que ganarán menos que sus antecesores, es decir, los representantes vigentes.
Pero no sólo eso, sino que además les recortarán de su dieta los impuestos que paga cualquier mortal por el salario que devenga.
Con eso se espera que los diputados de la XV Legislatura pisen tierra y se pongan a trabajar para ganar su salario de acuerdo al esfuerzo que requiere esta entidad, y dejar atrás, para nunca más, aquellos levantadedos que tanto han desprestigiado la vida legislativa en México y en Quintana Roo.
Seguramente la sociedad aplaude tal determinación, pues está visto que los diputados ocupan el lamentable segundo puesto en oficios y trabajos peor vistos por la sociedad, sólo por debajo del policía que, para muchos, hay que temerle más que a la delincuencia.
Así es que, aquellos diputados que ya se lamían los bigotes y se limaban las uñas para recibir los jugosos sueldos que están estipulados para los legisladores, van a tener que apechugar y mejor ponerse a trabajar, que en Quintana Roo el horno no está para bollos.
Es hora de dignificar el quehacer político, la labor del diputado, la función de legislar para modernizar y mejorar la vida diaria de la población a través de las leyes que nos rigen. Basta ya de haraganes que no le reportan nada al país ni al estado.
Ejemplos de este tipo de diputados sobran, hay muchos que de hecho le hacen más daño que bien a la población, como fue el caso de aquellos que votaron en el Congreso de la Unión contra la disminución de la tarifa de la energía eléctrica en Quintana Roo, hace algunos años y que hoy pretenden la Gran Comisión de la Cámara local.
