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9 mayo, 2024

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El armario olímpico

No podemos pensar en los juegos olímpicos de la antigüedad sin lo sucedido el viernes en Rio durante el acto inaugural, que con un glamour y colorido desbordante cautivo a millones de televidentes que lo vimos, primero porque el lugar donde se celebraban en la antigua Grecia los juegos resultaba algo sagrado, ya que la gesta pasaba por toda una religiosidad y porque los juegos mismos poseían un aura de intelectualismo, arte y tradición.

Roberto Guzmán

No podemos pensar en los juegos olímpicos de la antigüedad sin lo  sucedido el viernes en Rio durante el acto inaugural, que con un glamour y colorido desbordante cautivo a millones de televidentes que lo vimos, primero porque el lugar donde se celebraban en la antigua Grecia los juegos resultaba algo sagrado, ya que la gesta pasaba por toda una religiosidad y porque los juegos mismos poseían un aura de intelectualismo, arte y tradición.

En el mundo griego el culto al cuerpo estaba a la orden del día y la exposición de éste no era nada mal visto, al contrario ya que para muchos el hacer deporte mostrando su musculatura en tensión, era una parte más de la exaltación de la perfección de todos los atletas competidores.

Desde el viernes que iniciaron los juegos, “lo Gay” y lo que ésta cultura engloba, demostró que la moda, los diseños, los mismos deportistas, jueces, entrenadores, comentaristas y autoridades de gobierno que participan en Brasil podrían ser Gays, y todos  fuera del closet  sin importar lo que el escrutinio social o la crítica pudiera decirse de cada uno de ellos.

Debemos estar seguros que al terminar estos juegos quedará demostrado que para obtener medallas olímpicas y abatir records mundiales no es necesario ser “heterosexual”; por lo que no nos sorprendamos también, que muchos atletas Gays y lesbianas obtendrán mejores desempeños de los que un deportista “normal” pudiera lograr.

Para los griegos, no existía un concepto como pasa hoy en día en torno a la homosexualidad y aunque no estaban bien vistas las prácticas homosexuales entre adultos, dentro de la educación y entre los jóvenes si eran muy comunes, por lo que muchos atletas corrían desnudos sin que a ciencia cierta se supiera el porqué, aunque  existio una leyenda que afirmaba no lo hacían por morbo, sino como tributo y homenaje a un gran corredor que había perdió su ropa a medida que corría para ganar, leyenda desmitificada luego y que hoy afirman historiadores, era un acto que lo atribuían a ritos de iniciación.

Considero hoy que la orientación sexual de ninguno de nosotros no debiera ser relevante en cualquier deporte, ni mucho menos en una gesta olímpica que ante tanta homofobia irracional y fanatismo dogmático podría suscitarse actos violentos que pudieran provocar lo que sucedió en Orlando.

No nos extrañemos pues que muchos  gays-atletas en estos 20 días de competencias serán destacados deportistas de la diversidad sexual, y que su número podría aumentar si se estimara que 1% del total de los 10,500 atletas participantes lo fuera, estimándose entonces  que 105 de ellos pudieran estar compitiendo y ser parte de la comunidad mundial LGBT.

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