Los 5 candidatos que participaron el pasado sábado 28 de mayo en el debate organizado por el Instituto Electoral de Quintana Roo (IEQROO) tuvieron únicamente 7 minutos para explicarle al elector lo que en 6 años harán de gobierno, si el voto mayoritario les favorece. Desde mi perspectiva, el tiempo fue insuficiente para argumentar incluso por qué debemos votar por tal o cual candidato. Más aún si cada uno de ellos usó una estrategia distinta pero muy identificada. Mauricio Góngora (PRI-PVEM-PANAL) enfiló su discurso a un monólogo de corte populista y repetitivo, sin salirse del recuadro, ubicado en sus cuatro esquinas sin desviarse, evitando cualquier diatriba de sus contrincantes.
Carlos Joaquín dedicó gran parte de sus intervenciones en señalar importantes datos sobre la economía local y el desvío de recursos, pero desperdició tiempo valioso en atacar a un Mauricio que simplemente no escuchó, no miró y no respondió a cuestionamiento alguno. El debate de eso se trata, de defender con argumentos un plan de gobierno o el desempeño en algún cargo.
Finalmente, José Luis Pech basó su intervención en cuestionar a Mauricio Góngora pero más a Carlos Joaquín. Sin propuestas, agotó su tiempo en descalificar, más no en proponer. Cumplió su encomienda. De los otros dos aspirantes no hay mucho que mencionar. Su falta de preparación y de un discurso elaborado y ensayado automáticamente los descalifica de esta contienda. Lamentable pues se trata del primer debate en la historia política de Quintana Roo. Un debate que se hizo al final de la campaña, cuando el impacto que se espera tener en el electorado ya no será el esperado.
