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29 marzo, 2024

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Carlos Joaquín, ¿el “salvador” del PRI?

“Así es la democracia” y los números no mienten. A pesar de que logró afianzar un considerable número de cargos de elección popular el pasado 5 de junio –ocho presidencias municipales y 10 de los 15 distritos de mayoría-, la pérdida de la gubernatura representa un duro golpe para el Partido Revolucionario Institucional; no sólo por el rompimiento de la hegemonía de cuatro décadas en el poder, sino porque quedaron al desnudo las fracturas internas que contrastan con la irrebatible unidad de la que tanto se jactaban.

Jorge Castro palacios

Así es la democracia” y los números no mienten. A pesar de que logró afianzar un considerable número de cargos de elección popular el pasado 5 de junio –ocho presidencias municipales y 10 de los 15 distritos de mayoría-, la pérdida de la gubernatura representa un duro golpe para el Partido Revolucionario Institucional; no sólo por el rompimiento de la hegemonía de cuatro décadas en el poder, sino porque quedaron al desnudo las fracturas internas que contrastan con la irrebatible unidad de la que tanto se jactaban.

Las hipótesis pueden ser muchas; sin embargo, todo apunta a que el priísmo manifestó su inconformidad mediante el sufragio; un reclamo hacia s us líderes o un “freno de mano” a quienes acapararon el poder durante casi 12 años, tomando decisiones en base a sus propios intereses y no a los de la misma institución. El pastel se volvió a partir, sólo que en esta ocasión a nadie le tocó rebanada, y eso es lo que pretendían los que dedujeron “si no me toca a mí, que no le toque a nadie”.

Una guerra de egos entre grupos de poder acontece dentro del tricolor y el famoso “voto de castigo” fue sentencia, pero también un llamado de auxilio ante de la necesidad de una nueva figura mediadora que calme las aguas y devuelva la institucionalidad que hace algunos años se gozaba.

Mientras que una muy fraccionada parte de la estructura del priísta en Quintana Roo busca “válvulas de escape” ante la inminente llegada de Carlos Joaquín González al Palacio de Gobierno (“El miedo no anda en burro”, dicen por ahí), prevalece una mayoritaria opinión que proyecta en él la posibilidad de darle un “segundo aire” al tricolor, puesto que –a pesar de que hace unos días aseguró que no representaría a ningún partido político- el abanderado del PAN-PRD tiene al PRI corriendo por sus venas. Y es que si bien su nombre no figura ya en el registro de militantes de ese partido, el sentido de pertenencia es algo de lo que no puede deshacerse de la noche a la mañana.

Gente al interior del Revolucionario Institucional le confió a un servidor que se existe una posibilidad (¿o esperanza?) de que el propio Carlos Joaquín –quien en realidad es candidato externo del blanquiazul y el sol azteca, no militante- comience a tomar los hilos de la institución mediante operadores políticos (también expriístas), con el fin de guardar las apariencias y no manchar el recién estrenado traje de “alternancia” que con aires justicieros y de benevolencia ha portado desde su desistimiento del tricolor, mismos que –sin duda- fueron clave para arrebatarle la gubernatura a sus añejos rivales, Félix González Canto y Roberto Borge Angulo.

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