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11 mayo, 2024

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Al botepronto

Conclusión definitiva al botepronto: ninguna. O tal vez una: que ya hay un equipo de apoyo al próximo gobernador para recibir del saliente los arreos de la administración que la población puso a su cargo. Nada más. Cualquier otra cosa son meras especulaciones en grado de ociosidad.

Armando Tiburcio

Conclusión definitiva al botepronto: ninguna. O tal vez una: que ya hay un equipo de apoyo al próximo gobernador para recibir del saliente los arreos de la administración que la población puso a su cargo. Nada más. Cualquier otra cosa son meras especulaciones en grado de ociosidad.

Primero hay que esperar para estar seguros de si realmente habrá entrega. En caso de ser, veremos de qué tamaño y detalle. Las hostilidades del gobernador Borge y las amenazas públicas que penden sobre su cabeza pudieran provocar una especie de simulacro en el que lo recibido sea paja en los cajones de los escritorios aunque sobre la superficie estén los clips y las engrapadoras. No estarían inventando el hilo negro; cada vez son más los casos que se conocen en el país en los que la tal entrega-recepción es un juego de manos, cuando no de vencidas, en el que al final solo prevalece la cortina de humo. Borrón y cuenta nueva, lo preocupante es lo que sigue.

Al presentar a su equipo de recepción el gobernador electo, Carlos Joaquín, ha dicho claramente que no están todos los que son ni son todos los que están. Los más acuciosos aseguran que solamente va a servir para medir las reacciones de todo tipo. El gabinete de gobierno tiene otra hora. Todo a su momento. Lo cual quiere decir, a mi entender, que no es tiempo para las apuestas sobre los que serán los nuevos dueños de la nómina sino de conservar el enfoque en los que tienen que despedirla… o podrán mantenerla.

Es decir, ¿habrá puntual ajuste y castigo por todo lo que ya está documentado más lo que se presume o tendrá éxito la estrategia que se ha puesto en marcha desde el gobierno para ceder humildemente en lo secundario a cambio de conservar lo importante, cabeza incluida?

No puede haber en este momento mejor concesión que la que se brinde por distracción especulativa, por congraciarse con los enlistados o por mostrarles la desavenencia. Como si lo pasado, pasado. ¿Pasó la tormenta?

Porque eso sí: la expectativa de cambio drástico generada ha sido tan grande que se atisba en el ambiente un aroma de posible contradicción entre lo que se ve venir y lo que el respetable espera.

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