CANCÚN, Q. Roo.- “Más que un trabajo, ser enfermero se trata de vocación, dedicación y, sobre todo, un intenso amor hacia tus propios semejantes”, afirmó Silvia Hernández, enfermera jubilada, que trabajó durante 30 años en instituciones como IMSS y la Cruz Roja, posteriormente en casas independientes especializándose en geriatría.
Desde que era niña se dio cuenta que curar y dar un poco de lo que otros necesitan era lo que más quería en el mundo.
Primero quiso ser doctora, pero su condición económica le impidió continuar con la carrera, no obstante, se siguió capacitando, y logró culminar su carreta técnica en enfermería para poder atender ancianos.
“Para ser enfermera se necesita más que vocación (…) y es amor al ser humano, ese que ha ido desapareciendo con el pasar de los años, donde la gente siente más compasión por un animal que por un semejante” dijo.
La gente que llega a un área de urgencias para atención médica, busca también ser “apapachado” por quienes le escuchan pacientemente sus dolencias. “Escuchar es una de los dones más agudizados de las enfermeras. No importa si es una persona mala o buena, lo principal es salvar la vida de quien así lo necesita, sin esperar nada a cambio, ya que muchas veces ni las gracias dan”, indicó Silvia Hernández.
Algunas veces las enfermeras se vuelven las maestras de algunos doctores titulados, con la experiencia ayudan a los nuevos médicos a cumplir con su responsabilidad de salvar vidas.
Es indispensable comprender el ciclo de la vida para estar a cargo del bienestar de una persona que requiere de ayuda.
“Aunque es cansado, a diario se siente bien llegar a casa con pocas monedas (porque el salario es bajo), pero con la satisfacción de haber ayudado a alguien, puntualizó Silvia.
“De volver a nacer, no dudaría en ser otra vez enfermera”, finalizó. (Rocío Villalobos / QUINTANA ROO HOY)
