Hasta hace pocos años se creía que nuestros cerebros eran estáticos y neurológicamente fijos, gracias al progreso de la neurociencia esta idea es obsoleta. Se ha demostrado que nuestros cerebros son flexibles y pueden cambiar durante nuestra vida.
Sabiendo esto, ya no hay pretextos para las personas que dicen “yo soy así, siempre he sido así y no puedo cambiar”. Podemos cambiar nuestros cerebros para superar el pesimismo y alcanzar un resultado más positivo.
La psicóloga Elaine Fox refiere que los cambios no solo son superficiales a nivel “pensamiento” por el contrario son cambios reales, concretos en la estructura física.
Concluye en sus investigaciones que si cambiamos nuestra forma de reconocer, interpretar y aprender del mundo, también podemos moldear nuestros cerebros. Si lo entrenamos a positivo, los circuitos emocionales en nuestro cerebro determinarán de forma positiva como respondemos a las cosas que pasan a nuestro alrededor.
Así como entrenamos a nuestro cuerpo físico con una rutina de ejercicios, así podemos entrenar y programar nuestro cerebro para que sea más receptivo a la felicidad. “Aprender a ver el vaso medio lleno en vez de medio vacío”
Puedes empezar tu entrenamiento diario con las siguientes recomendaciones:
– Repite afirmaciones positivas. Si repites con frecuencia aserciones positivas, estarás entrenando a tu cerebro a creerlas.
– Combate los pensamientos negativos. Detecta los pensamientos catastróficos y practica minimizarlos, siendo más realista y no tan duro contigo mismo. Recuerda que la interpretación que le des a las situaciones dependerá del ángulo desde donde lo veas.
– Pon en práctica activadores del buen humor. Disfruta de la música que más te gusta, realiza actividades que te sean placenteras, abraza, ríete de ti mismo y con lo demás, Contagia de alegría y buena energía a otros.
– Expresa agradecimiento. Busca la oportunidad para agradecer a las personas con las que convives y expresar lo que significan en tu vida. Anota tres cosas por la que estas agradecido al final del día.
– Realiza actos de bondad. La mejor manera de ayudarnos a nosotros mismos es ayudando a los demás.
– Alimenta tu mente y cuerpo. Realizar actividad física y alimentarte sanamente también influye en nuestro estado de ánimo, falta de energía y concentración.
– Encuentra tu equilibrio. Medita y relájate. Puedes sentarte un momento en un lugar tranquilo, respirar profundo y con tus ojos cerrados trae a tu memoria momentos felices.