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29 marzo, 2024

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El timo, la llave de la energía vital (1ª. parte)

En el centro del pecho, detrás del hueso donde la gente toca cuando dice ‘yo’, queda una pequeña glándula llamada Timo. Su nombre en griego, ‘thýmos’, significa energía vital.

Será necesario si, es necesario decir algo más… Porque el timo sigue siendo un ilustre desconocido. Él crece cuando estamos alegres y encoge a la mitad cuando estamos estresados y aún más cuando nos enfermamos.

Esa característica confundió durante mucho tiempo a la medicina, que solo lo conocía a través de las autopsias y siempre lo encontraba achicado y encogido.

Se suponía que se atrofiaba y dejaba de trabajar en la adolescencia, tanto es que durante décadas los médicos americanos bombardeaban timos perfectamente saludables con altas dosis de rayos X, creyendo que su ‘tamaño anormal’ podría causar problemas.

Más tarde la ciencia demostró que, encogiéndose después de la infancia, él sigue siendo activo; es uno de los pilares de nuestro sistema inmunológico, junto con las glándulas adrenales, la espina dorsal y está directamente conectado a los sentidos, la conciencia y el lenguaje.

Como una central de teléfonos por donde pasan todas las llamadas, hace conexiones para afuera y para adentro…

Si somos invadidos por microbios o toxinas, reacciona inmediatamente produciendo células de defensa.

Pero también es muy sensible a imágenes, colores, luces, olores, sabores, gestos, toques, sonidos, palabras y pensamientos.

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Amor y odio lo afectan profundamente. Pensamientos negativos tienen más poder sobre él, que los virus y bacterias.

Como esa actitud negativa no existe en forma concreta, el timo intenta reaccionar y se debilita, luchando contra un invasor desconocido y abre espacios para síntomas de baja inmunidad, como los herpes.

En compensación, pensamientos positivos consiguen activar todos sus poderes, recordando que la fe remueve montañas.

Un test del pensamiento

Este simple test puede demostrar esa conexión.

Cierra los dedos pulgar e índice en la posición de ‘ok’, apriete con fuerza y pida a alguien para intentar abrirlos en cuanto piensa ‘estoy feliz’.

Después repita pensando ‘ estoy infeliz’.

Continuará…

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