Redacción / Grupo Cantón
Superman, el primer superhéroe, nació en 1938. Su nueva película, dirigida por James Gunn, retoma el idealismo y la esperanza del personaje original.
Cine.- En junio de 1938, Joseph “Joe” Shuster y Jerome “Jerry” Siegel publicaron en Action Comics #1 un personaje que cambiaría la historia: Superman. En solo once páginas, y con una icónica portada, presentaron a un ser con origen extraterrestre, fuerza sobrehumana y un compromiso inquebrantable con la justicia.
Este primer superhéroe no solo se convirtió en un fenómeno cultural, sino que dio origen al género de aventuras de superhéroes que aún perdura. Inspirado en mitos clásicos y figuras del pulp como Doc Savage y The Phantom, Superman introdujo el concepto del “superpoder”, elevando el estándar del héroe moderno al nivel de los semidioses antiguos.
Los creadores, hijos de inmigrantes judíos lituanos que huían del antisemitismo europeo, representaban una clase trabajadora que buscaba esperanza en medio de la Gran Depresión. En este contexto, Kal-El (Superman) aterrizaba en la Tierra y era criado por una familia humilde de Kansas, reflejando los valores del “americano promedio” y del New Deal de Roosevelt.
En un mundo prebélico, con el ascenso del nazismo y la incertidumbre global, Superman se volvió símbolo de integridad. Aunque nunca combatió directamente a Hitler, sus cómics sirvieron como herramienta de propaganda y aliento moral durante la Segunda Guerra Mundial.
Hoy, tras incontables adaptaciones, el director James Gunn ofrece una nueva mirada cinematográfica al héroe, dejando de lado su origen ya conocido para centrarse en su esencia: la compasión, la moral y el idealismo. A diferencia de visiones más oscuras como la de Zack Snyder, Gunn busca revivir al Superman clásico: el símbolo de esperanza en tiempos convulsos.
En un presente donde la distopía parece alcanzarnos, la figura del superhéroe no pierde vigencia. Como nos enseñó Clark Kent, tal vez todos llevamos dentro un Superman capaz de cambiar el mundo.