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25 abril, 2024

Voces

Para reír o llorar

Enero es el mes de los buenos deseos, propósitos de inicio de año y también el mes en el que se empieza a reflejar en el estado de cuenta bancaria o en el bolsillo, la buena o mala administración de los recursos personales, familiares o empresariales, durante los festejos decembrinos y que, a la vuelta de varios años, se podría decir que para muchos es el mes para reír o para llorar, ya que, o se aprende o se repite el circulo vicioso de desear algo con emoción y dejarlo a la primera de cambio, o se aprende de la experiencias anteriores y se lograr superar la prueba.

Procrastinar, es el acto de aplazar una obligación, un trabajo, una meta o un compromiso adquirido y según Jim Rohn, hay dos tipos de dolor que sentirás en la vida: el dolor de la disciplina y el dolor del arrepentimiento. La disciplina pesa gramos mientras que el arrepentimiento pesa toneladas, por lo tanto y con base a esa afirmación, muchas personas que dejan pasar año tras año esa gran oportunidad de aprender y hacer el hábito de terminar lo que se empieza, de hacer repetidamente actividades que les den o nos den la disciplina de hacer ejercicio todo el año, de usar responsablemente los recursos con que se cuenta y de evitar que la cuesta de enero, se haga muy pesada.

CUESTA DE ENERO

Para reír o para llorar en enero, dependerá de la forma de administrar tiempo, dinero, metas y proyectos y que, en el transcurso del año, se vayan materializando acorde a las posibilidades y necesidades de cada persona; si vemos hacia el pasado, probablemente debamos de acercarnos algunos pañuelos para secar nuestras lágrimas, si vemos al presente, seguramente entenderemos que es lo que debemos mejorar y si vemos hacia el futuro y aplicamos lo aprendido, estaremos en condiciones de reír y disfrutar al máximo cada mes del año tanto como el mes de diciembre, incluido enero y su famosa cuesta, que para los que aprenden de la experiencias, nada cuesta.

Por lo tanto, reír o llorar en lo sucesivo, dependerá de la cuesta de enero y la forma de enfrentarla, porque nadie escarmienta en cabeza ajena, pero si podemos aprender de las experiencias personales y ponerlas al servicio de lo que vendrá.

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