Por Jorge Sanén Cervantes
El próximo 2 de junio, México, Quintana Roo y Cancún se preparan para escribir un capítulo relevante en su historia democrática. Con una magnitud sin precedentes, en términos generales, el país se encamina hacia las urnas para renovar la mayor cantidad de cargos de elección popular.
Con casi cien millones de ciudadanos habilitados para votar, el escenario se dibuja con una participación ciudadana masiva y un compromiso inquebrantable con la democracia.
En este proceso, se disputarán más de veinte mil cargos federales y locales, incluyendo la presidencia de la república, escaños en el congreso y gubernaturas estatales. La magnitud de estos comicios refleja no solo la madurez política del país, sino también el ferviente deseo de sus ciudadanos de participar activamente en la construcción del futuro de México.
Sin embargo, la magnitud de este ejercicio democrático no viene exenta de desafíos. Voces de la oposición intentan sembrar dudas y temores, sugiriendo que la violencia amenaza la integridad de este proceso electoral.
Pero tales afirmaciones carecen de fundamento. La realidad es que, salvo por algunas regiones identificadas como focos rojos por el Instituto Nacional Electoral (INE), más del 90 por ciento del territorio nacional goza de una tranquila estabilidad social.
Por ello es importante reconocer el trabajo arduo y coordinado de diversas instituciones gubernamentales y órganos electorales para garantizar la seguridad y el orden en estos comicios. Desde la instalación de la Mesa de Seguridad Interinstitucional hasta el despliegue de medidas específicas para proteger a candidatos y electores, el compromiso con la integridad de este proceso es evidente.
El presidente López Obrador, en concordancia con estas acciones, ha reiterado su confianza en la celebración de unas elecciones pacíficas y ordenadas, afirmaciones que también ha realizado el INE y en Quintana Roo el propio IEQROO. Esta confianza, respaldada por hechos tangibles, es un reflejo de un país que avanza hacia la consolidación de su democracia.
Es alentador ver cómo se han establecido protocolos claros para garantizar la seguridad de todos los involucrados en este proceso electoral.
