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18 mayo, 2024

Cancún

Cancún puede ser destino educativo: Marisol Vanegas

En la visión de la investigadora “ya tiene la estatura y capacidad para salir a buscar estudiantes en los bachilleratos no urbanos”

Carlos Águila Arreola / GRUPO CANTÓN


CANCÚN.- El estado está creciendo mucho y actualmente tiene entre 53 mil y 54 mil estudiantes de nivel superior, dice Marisol Vanegas Pérez, rectora de la Universidad del Caribe (Unicaribe), quien piensa que “ya Cancún tiene la estatura para ser un destino educativo; podemos ir a las preparatorias de las comunidades cercanas para atraer estudiantes y ofrecerles la beca total”.

La ex directora de Turismo dice que dos mil y fracción de estudiantes son de entre 20 y 25 preparatorias alrededor de Cancún: “Queremos tener más… tenemos becas para quienes provienen de planteles no urbanos”, y cita Kantunilkín y la zona de Señor, “donde hay varios bachilleratos. Si quieren venir no solo tienen una (subvención) total de estudios y se les paga vivienda, alimentación y transporte”.

Añade que la inversión per cápita aproximada por estudiante es de entre siete mil y ocho mil pesos mensuales por la vivienda, la alimentación ─que es en la propia universidad─ y el transporte, siempre y cuando sea alumno regular; es decir, no reprobar ninguna asignatura en sus cuatro años, es la única condición.

Considera que la universidad tiene que pensar en la ciudad hacia 2040 con una visión muy flexible en términos del servicio que otorga, totalmente de sustentabilidad: “Acabamos de meter más de 900 celdas solares para generar un ahorro superior al 35 por ciento de consumo eléctrico en los edificios del frente, son 908 en total”.

Se estima que para 2040 la Unicaribe tendrá siete mil usuarios entre profesores y estudiantes, y la rectora ya piensa en un nuevo predio ─“eso es parte del plan 2024”─ para seguir creciendo, y revela un dato para la mayoría desconocido: los egresados ya generan un mecanismo no solo de promoción, sino que regresan como docentes o a tomar posgrados o educación continua.

“Todos los rectores que han pasado —y me incluyo— hemos tenido la misma visión y mantenido un modelo educativo, y si tenemos un pendiente es que este ejercicio debe ser menos endogámico y mucho más público. Si vas a las redes sociales hay cosas muchos más nimias que atraen la atención e interés de muchos usuarios.

“Si pudiésemos llegar a (una) población que esté susceptible de ser transformada en ese ejercicio, todas las universidades nos beneficiaríamos porque estaríamos contribuyendo a nuestra tarea sustantiva, que es ese ejercicio de generar profesionistas capaces de transformar su entorno.”

 

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Migración
La rectora Marisol Vanegas rechaza que, en el nivel superior, el crimen organizado tome a la juventud como carne de cañón: “Vamos en orden: la tasa de absorción de las universidades del estado es de las más altas del país: más de 90 por ciento de bachilleres va a la universidad… no hay pérdida en ese sentido (…) no toda la población es susceptible, como dices, de desviarse del camino”.

Sostiene que, si se logran estudios de preparatoria, no hay mayor pérdida porque “terminarla es una garantía de llegar a la universidad; es decir, la tasa de cobertura es de las más bajas: “Si la de absorción es alta y la de cobertura no tanto, se debe a una migración de más de ocho puntos porcentuales en el rango de 18 a 25 años, edad en la que deberían estudiar, pero vienen a trabajar”.

Son jóvenes en edad estudiantil que llegan a Quintana Roo a trabajar: “Si logramos pescar un poco de ese porcentaje, y jalarlo a sistemas escolares serían tecnológicos y ejecutivos, a los que les llaman carreras ejecutivas de fin de semana o programas empresariales con estudios incorporados; es decir, que el trabajo que se ofrezca sea vinculado con educación dentro de las empresas”.

Detalla que la migración en edad escolar de nivel superior que llega al destino (de 18 a 25 años) es alta, “pero su motivo no es educativo; por tanto, no es una fuga del sistema. Nuestro entorno social y económico es: una baja tasa de desempleo y altísima generación de trabajo, que sigue provocando altos desplazamientos”.

“Nosotros no tenemos programas ejecutivos; es decir, nuestros programas son básicamente de tiempo completo o de medio tiempo; nuestros estudiantes, un altísimo porcentaje, estudia en la mañana y trabajan por la tarde, o viceversa… más de 50 por ciento en quinto o sexto semestre, y en séptimo, un año después, es de 80 por ciento.

“La solución sería que más universidades tengan buenos programas de educación continua y dentro de las empresas, para un cierre mucho más estricto entre trabajo y escuela… eso es la clave en la ciudad. Y el entorno del futuro: mejores mecanismos para la enorme brecha social entre los trabajadores que tienen que laborar, para que estudien algo que en el futuro los haga mejorar.”

La rectora se sincera con Quintana Roo Hoy: “Si hay una tarea pendiente, es que seguimos siendo un estado receptor de migrantes ─como los que recibe Tamaulipas y los estados del norte─, son los de movilidad interna de este país, que ante la poca oportunidad de empleo destina su vida y esfuerzo a (venir o ir al norte a) buscar mejores opciones de trabajo”.

“Mira al Cecati (Centro de Capacitación para el Trabajo Industrial), está lleno de pura gente que trabaja y que está tratando de aprender otro oficio… todos los sistemas están igual, llenos. Si miras el Programa de Educación Continua (de la Unicaribe), hay trabajadores de cualquier lugar que buscan qué más aprender, qué otra cosa estudiar… y ahorita hay muchas opciones.”

Marisol Vanegas considera que censar cada década en Cancún, con una tasa tan alta de crecimiento, “es un despropósito; hay que medir, cuando menos, cada cinco, lo que se llama «reciente»… cuando tú «cortas» en ese rango tienes una información valiosísima para poder comparar qué hacías allá (de donde provienes) y qué estás haciendo acá, si sigues estudiando … y te vas a sorprender”.

En un ejercicio mental, acota la rectora, por la (avenida) Kabah, donde sea, hay montículos de tierra y bloques casi en cada casa: “Eso se llama autoconstrucción, y antes de dos años ya tiene una nueva pared, otro cuartito y el arbolito ya tiene tres metros… esa es la migración quintanarroense: nadie se mantiene igual que como cuando llegaron; siempre hay mejoras cualitativas”.

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“La visión ─que es la tuya personal y la mía─ es que no pasan 20 años en balde, ni 10… y la gente que se «despegó», como tú dices, del sistema educativo, antes de tres años se vuelve a «pegar» a algo, a cualquier opción, y de repente conoces gente que llegó siendo mesero y ahora tiene un oficio, es técnico, y tres años después lo encuentras trabajando en una compañía”, concluye la catedrática.

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