Juan R. Hernández / Grupo Cantón
En ausencia de la presidenta, Rosa Icela Rodríguez condujo una conferencia inusualmente calmada, destacando avances en materia de pensiones y discapacidad
Ciudad de México.- “La Mañanera del Pueblo” amaneció rara. Sin la presidenta Claudia Sheinbaum en el templete, el salón Tesorería parecía más amplio, menos tenso, casi silencioso. Hoy no hubo gritos, ni manotazos, ni la clásica pelea por el micrófono. La razón: muchos reporteros titulares viajaron a Estados Unidos para cubrir la agenda internacional y el sorteo del Mundial 2026. Lo que quedó fue una sala más calmada, casi en modo viernes.
En ausencia de la mandataria, la titular de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez, abrió la conferencia con un tono directo, informando sobre la gira de Sheinbaum en Washington. Con una elegancia que contrastó con la estridencia habitual, la responsable de la política interior del país fue “despachando rápido” cada pregunta.
Nada de polémicas, nada de duelos verbales: respuestas precisas, un gesto amable, y a lo que sigue. Parecía decidida a que la conferencia no se extendiera más de lo necesario.
“Hoy al fin sabremos el rival del partido inaugural”, comentó entre sonrisas, recordando que el viaje presidencial obedecía al sorteo mundialista. Hubo un aire ligero, casi festivo, aunque breve.
En el presídium, solo dos funcionarios acompañaron la escena: Ariadna Montiel, secretaria de Bienestar, y Bulmaro Juárez Sánchez, divulgador de Lenguas Indígenas. Montiel tomó la palabra para hablar de pensiones y rehabilitación para personas con discapacidad. Lo hizo con la misma serenidad que reinaba en el salón, subrayando que desde 2019 el gobierno ha invertido más de 141 mil millones de pesos en este sector.
“Las personas con discapacidad no estaban en la agenda antes de 2018”, recordó, insistiendo en que hoy ese derecho ya está en la Constitución.
La funcionaria detalló cifras, programas, convenios con la Fundación Teletón y metas para el próximo año, mientras el ambiente seguía tan pacífico que hasta los fotógrafos se movían con suavidad, sin prisas ni empujones.
Afuera no había corrillos tensos ni discusiones entre colegas. Adentro, Rosa Icela controlaba el ritmo con maestría. En menos de lo habitual, dio por concluida la conferencia. No hubo reclamos. No hubo insistencias. Ni un “última pregunta”.
La mañanera terminó como empezó: inusualmente tranquila, como si Palacio hubiera decidido tomarse un respiro antes del festejo por los siete años de la Cuarta Transformación.