Espectáculos.- La actriz Blake Lively se encuentra en medio de una disputa legal que ha escalado a una demanda por difamación interpuesta por Jed Wallace, propietario de la firma de relaciones públicas Street Relations. Wallace acusa a la actriz de difamarlo públicamente al vincularlo a una supuesta campaña de acoso y desprestigio en su contra durante la producción de la película It Ends With Us. La demanda fue presentada el martes en un tribunal federal de Texas, y Wallace exige una compensación de al menos 6 millones de dólares por los daños reputacionales causados por las acusaciones.
La acusación de Lively: acoso y campaña de desprestigio
Lively, por su parte, había mencionado tanto a Wallace como a su empresa en una demanda por derechos civiles que inicialmente fue presentada en California. Posteriormente, la actriz demandó formalmente a Justin Baldoni, director y coprotagonista de la película, y a su productora Wayfarer Studios en un tribunal federal de Nueva York a finales de 2023. Según la demanda de Lively, Wallace y su firma fueron contratados por el equipo de relaciones públicas de Baldoni para ejecutar una estrategia digital con el objetivo de desacreditarla públicamente y evitar que hablara sobre el acoso que sufría. La actriz sostiene que Wallace “movilizó un ejército digital” para difundir contenido en redes sociales y foros, con el propósito de destruir su credibilidad.
Respuesta de Wallace y las acusaciones de confusión mediática
En su querella por difamación, Wallace negó las acusaciones y argumentó que fue erróneamente vinculado a la campaña de desprestigio debido a la confusión mediática generada por el litigio entre Lively y Baldoni. Wallace también refirió que la actriz había retirado su solicitud de interrogatorio en Texas, tras no poder aportar pruebas suficientes para respaldar sus acusaciones.
La contra-demanda de Justin Baldoni
El director de It Ends With Us, Justin Baldoni, ha presentado su propia demanda contra Lively y el periódico The New York Times. Baldoni asegura que tanto la actriz como su equipo intentaron “destruirlo” mediante la manipulación de información. En su demanda, Baldoni exige 400 millones de dólares por extorsión civil, difamación e invasión de la privacidad. Además, el director acusa al New York Times de difundir información infundada, una acusación que el periódico ha desestimado calificando las afirmaciones como “infundadas”.
La postura de Lively ante la demanda de Baldoni
El equipo legal de Lively ha desestimado la contrademanda de Baldoni, señalando que su acción constituye un intento de invertir los roles de víctima y agresor. En un comunicado, los abogados de la actriz afirmaron que la demanda de Baldoni es un intento de desacreditarla, y resaltaron que cuando una mujer denuncia con pruebas concretas el acoso y la represalia, los agresores buscan atacarla para socavar su credibilidad.
Mensajes filtrados: la tensión entre Lively y Baldoni
Recientemente, se filtraron mensajes entre Blake Lively y Justin Baldoni que muestran un aparente apoyo por parte de Baldoni hacia la actriz en medio de sus cambios físicos tras el embarazo. En los mensajes, Lively le explica a Baldoni sus inseguridades relacionadas con su cuerpo y el desafío de perder peso después del embarazo, pidiendo que se pospongan las fechas de rodaje de escenas que requerían mostrar su vientre. Aunque Baldoni la apoyó inicialmente, la situación se tensó cuando Baldoni pidió detalles sobre el peso de Lively para una escena en la que debía ser cargada. Este incidente provocó que el esposo de Lively, Ryan Reynolds, interviniera y exigiera que se eliminara la escena en cuestión.
El desenlace de la batalla legal: ¿un cambio en Hollywood?
Este caso sigue siendo uno de los más comentados en Hollywood, no solo por las acusaciones de acoso y difamación, sino también por las implicaciones sobre la industria y la forma en que se manejan las dinámicas de poder dentro de las producciones cinematográficas. Mientras el litigio continúa en los tribunales, las partes involucradas parecen firmes en sus respectivas posturas, lo que podría desencadenar una serie de cambios en cómo las figuras públicas enfrentan situaciones de acoso y cómo los estudios y productores manejan las relaciones con sus actores.
