Los mexicanos no saben quién es Ricardo Aldana.
No tienen por qué saberlo.
Pero los trabajadores petroleros -prácticamente todos- sí.
Aldana fue por años tesorero de Carlos Romero Deschamps, reemplazo en el Sindicato de Joaquín Hernández Galicia cuando Carlos Salinas de Gortari acabó a bazucazos con él y su liderazgo.
La historia de Deschamps es igual o peor en corrupción e impunidad a la de “La Quina”.
El cambio en el STPRM fue, pues, meramente “gatopardista”.
Y no por voluntad de los trabajadores.
Lo decidió el entonces presidente.
Hace unos días, sin embargo, en una elección que puede considerarse democrática -no hay voces o protestas de consideración en contrario-, Aldana fue electo como nuevo secretario general del Sindicato.
Ahora sí resolvieron los trabajadores.
¿Por qué eligieron a alguien del grupo del deshonesto Romero Deschamps?
Quizás por la misma razón por la que los guerrerenses favorecieron una y otra vez en encuestas a Félix Salgado Macedonio como candidato a gobernador de MORENA, a pesar de las varias denuncias por violación en su contra, incluso de una menor de edad.
O de que Hilario Ramírez Villanueva, alias “Layín”, haya repetido como alcalde de San Blas, Nayarit, con todo y que públicamente reconoció que en su primera gestión robó, “pero poquito”, y de gastarse $15 millones del erario en su fiesta de cumpleaños.
Ni tan poquito robó, porque la Auditoría Superior de ese estado le detectó operaciones irregulares por más de $225 millones en sus dos veces como edil.
La gente sufragó por él, lo mismo que los petroleros por Aldana y los guerrerenses por Macedonio, aunque éste no fue gobernador (dejó a la hija).
Hasta antes de Zedillo -respetó el triunfo del PAN e inauguró la alternancia-, todas las elecciones fueron truqueadas por el gobierno, y la población no participó del diseño de su futuro.
Paradójicamente, ahora que tiene la libertad de elegir, lo hace por los mismos.
No se puede cambiar sin quererlo.