#VenaCava
Me siento sola
Por Karla Russell
Cuando entré a trabajar a Palacio de Gobierno desestimaron mi capacidad intelectual mandándome al peor horario laboral. Sin embargo, ya tenía experiencia en monitoreo de medios y no se me iba una, por lo que logré estar en el equipo y cambiar la percepción.
Pero un día disque se me fue. El entonces director de área me dijo: este golpe no lo reportaste, me tiran con todo y no hubo réplica. La nota hablaba de un Rey de chocolate con nariz de cacahuate que se consideraba un inútil pero chismoso dentro del gobierno. Y consideró que era él de quien hablaban por ser moreno, de nariz grande y porosa (también inútil y chismoso). -Hay muchos hombres así en Xalapa-, repliqué.
Ese regaño me hizo ser más estricta en “leer entre líneas” a los columnistas de la prensa. Así, la información viaja sin ser revirada tan fácilmente ante alguien que con todo el poder, razón o locura quiere callar a los medios y la opinión pública.
No obstante, legalmente no procede a más por ser confusa o limitada al venir de “fuente protegida” y de un “dato protegido”. Hay ciencia -y dolo- en todo esto; los internautas lo saben y por ello crean nuevas palabras para brincar las normas de lo que se debe y lo que no, decir. Y otros simplemente porque no pueden bloquear al pariente o amigo que de nada ha de enterarse. Metalenguajes les llaman y tienen milenios haciéndose.
Así que a una persona que me refutó que dato protegido es una bella mujer, le respondí que cómo sabe si es el mismo dato protegido de quien yo hablo. Me dijo que no insultara su inteligencia pero en realidad elogio la estupidez de asumir información y defender lo indefendible.
En otro escenario, la manera estoica de responder por parte de la Presidenta Claudia Sheinbaum sobre el caso de otro DatoProtegido pero que se fue de lo virtual a lo real, deja claro que la humildad no es de un momento electoral y en el juego político los discursos y debates son los actos en sí. La forma es fondo. Coincido.
Entonces, así es cómo algunas veces se puede aludir al famoso “tú sabes quién eres” sin comprometer a nadie, como también aclarar que me siento sola porque la silla y mis habilidades para sentarme me lo permiten. Besos a quien lo lea.
