Karla Russell*
Vine a Comala a buscar a mi padre, un tal Pedro Páramo”… y quien continúe la novela del género Realismo Mágico sabrá que se termina encontrando un pueblo fantasmagórico más real pero imaginario de la psique humana.
Ahora imaginemos encontrar al amor de nuestra vida -acorde- a muchas novelas, series y películas, de lo que suponemos, son nuestra otra mitad detrás de un perfil que conocemos en redes sociales.
El algoritmo creado por mentes estrategas , fue diseñado como gestor de conocimiento pero esto a muy pocos le genera dopamina, la hormona del placer. Así que experimentar con el qué pasaría si inventamos sólo algo de incertidumbre en un hecho poco comprobado dio como resultado la Teoría de que la Tierra es plana y toda una ruta de mapas mentales para creer en alguna secta o conspiración al descubierto por una voz metalizada totalmente monótona pero asertiva en sus veredictos.
El caso Emily Pellegrini llega hoy a ser el ejemplo de cómo hombres de dinero, exitosos y deportistas depositan a la modelo de Inteligencia Artificial muchos dólares a cambio de citas. El creador -un caballero- al ver que los ilusionados con la dama ficticia empezaron a ser deportistas famosos, hizo sentir el límite del engaño y confesó el que nunca existió.
Lo bueno de este juego de la mente podría ser en todo caso reprogramar algún hecho traumático o doloroso en caso de querer tener una imagen símil para sentir un estímulo visual; quizás la foto de un ser fallecido en movimiento; el archivo digital del árbol genealógico con palabras, dichos y consejos de cada miembro podría alimentar nuestro anhelo de vivir en plenitud familiar y superar la barrera física hacia lo etéreo.
Al fin y al cabo así somos los Latinoamericanos, conversamos con fallecidos que desde el más allá nos indican si le hemos de poner más sal a la comida o si están enojados por no poner pan de muerto en el altar.
Eso es la ilusión de un mundo mejor, por cierto, patente de la Iglesia y que en todo caso, está en pugna entre religiones por saber quién es el verdadero propietario del Metaverso celestial. Y con esa promesa regimos comportamientos, conductas, diezmos, guerras y castigos.
Solo sabremos si valió la pena al morir. La cuestión es que con la Inteligencia Artificial y las fake news es entendible ver cómo la mente, en un afán de buscar algo más allá de lo cotidiano, podemos caer en enlaces totalmente ficticios, maliciosos e incluso perversos.
No importando lo que suceda después, si el engaño es placentero en su momento, buscarás más de ello. Y la ciencia lo identifica como una adicción. ¿Se puede ser absolutamente abstemio de ingerir productos psicotrópicos y tóxicos, y ser aún adicto? Así es, gracias a que los creadores del algoritmo en redes sociales estúdianos estímulos cerebrales que equiparan a la comida y cocaína con las imágenes que se proyectan en estas plataformas virtuales.
Ya no importará mucho si se es real o fake, se siente igual si lo ves, al menos que te digan que no es real. Aún así, lo dudarás porque ya hay una teoría conspiranoica que ha advertido que si te dicen que algo no es real, lo tienes que dudar.
Y bueno, no se puede hacer mucho uno, por la libertad de expresión, de creación e irregularidad de las redes sociales y dos, ya donde pregunta si eres robot o eres humano desde hace mucho, tal vez es porque aún quedamos seres reales en un Comala donde unos y otros buscamos al Padre, a la Madre, hermanos, comadres que narran historias, pero que en conclusión son hechizas ante la tecnología que está avasallando lo inimaginable para control -queramos o no- de cómo pensar, sentir y actuar.
Nota mental: Mi profesor de Editorial Digital, al enseñar PageMaker en lugar de imprenta comenzaba su clase diciendo: No es brujería, es tecnología. La cosa es que si con la tecnología se miente, engaña, manipula y lastima, es magia negra, sí o sí.
*Mtra. Karla Russell, Comunicóloga, Administradora, Mercadóloga, Docente e Instructor Capacitador.
