Hoy, de cada peso de impuestos que pagamos en Quintana Roo, 95 centavos se van a la Federación y solo 5 se quedan en el Estado. En 2025 recibimos 37 mil millones de pesos, apenas 0.6% del gasto federal, cuando lo justo sería recibir entre 90 y 108 mil millones.
Con lo poco que regresa, la Gobernadora ha tomado la decisión correcta: dirigir el presupuesto 2026 a salud, seguridad y mantenimiento. Esa visión es precisa: sin seguridad no hay inversión, sin salud no hay productividad y sin mantenimiento los destinos turísticos pierden competitividad.
Pero la realidad es que Quintana Roo aporta muchísimo más de lo que recibe. Si se reformulara el algoritmo fiscal y llegaran +52 a +70 mil millones extra, podríamos levantar hasta 25 hospitales, modernizar más de 5,000 km de carreteras, duplicar la inversión en seguridad y fortalecer el turismo con destinos certificados.
El impacto en el PIB sería enorme: de 420 mil millones actuales, podríamos pasar a 500–550 mil millones, un salto de hasta 30%. Eso significaría más empleos, más divisas, más impuestos para la Federación y más oportunidades para ciudadanos y empresarios.
El camino está claro: reformar la Ley de Coordinación Fiscal, crear un fondo turístico nacional y aprovechar la ventana de la renegociación del T-MEC. Quintana Roo no pide dádivas: exige justicia fiscal. Porque cada peso invertido aquí regresa multiplicado para todo México.
¡Hasta la próxima semana, con nuevos retos y oportunidades!
Sin miedo a la cima, porque el éxito ya lo tenemos.
Today, for every peso in taxes paid in Quintana Roo, 95 cents go straight to the federal government, while only 5 cents remain in the state. In 2025, Quintana Roo received 37 billion pesos, barely 0.6% of the federal budget, when a fair share should be between 90 and 108 billion pesos.
With the little that returns, the Governor has made the right call: directing the 2026 budget toward healthcare, public safety, and infrastructure maintenance. This vision is precise: without safety there is no investment, without healthcare there is no productivity, and without maintenance our tourism assets lose competitiveness.
But the truth is that Quintana Roo gives far more than it gets back. If the fiscal formula were restructured and the state received an extra 52 to 70 billion pesos, it could build up to 25 hospitals, modernize over 5,000 kilometers of roads, double investment in public security, and strengthen tourism with sustainable, certified destinations.
The impact on GDP would be substantial: from the 420 billion pesos generated today, Quintana Roo could reach 500–550 billion pesos, a surge of up to 30%. That means more jobs, more foreign exchange, more tax revenue for the federal government, and greater opportunities for citizens and businesses.
The path forward is clear: reform Mexico’s Fiscal Coordination Law, create a national tourism fund, and leverage the 2026 USMCA renegotiation as a political window. Quintana Roo is not asking for favors—it is demanding fiscal justice. Because every peso invested here returns multiplied, benefiting not just the state, but all of Mexico.
Until next week, with new challenges and opportunities!
Fearlessly reaching the top, because we already have success.
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