En días recientes circula una supuesta encuesta que coloca a Ricardo Salinas Pliego con un 71% de aprobación rumbo a la presidencia de México en 2030. La fuente: Massive Caller. Sí, la misma casa encuestadora que en 2023 se convirtió en un símbolo del ridículo político al inflar, sin pudor, la candidatura de Xóchitl Gálvez. Sus “números” eran tan falsos que el propio dueño, en lugar de guardar compostura, salía a dar la cara para defender lo indefendible: gráficos que mostraban una victoria imposible. Hoy repiten la receta, solo que con un nuevo personaje en el escaparate.
La lógica es clara: utilizar encuestas como propaganda. Presentar cifras espectaculares para instalar en la opinión pública la idea de que Salinas Pliego es un fenómeno social, cuando en realidad se trata de un empresario con un largo historial de abusos y deudas con el fisco. Elektra, una de sus principales compañías, no solo es conocida por sus ventas a crédito, sino por usura descarada: intereses que superan varias veces el costo real de los productos y que han atrapado a millones de familias en ciclos interminables de deuda. Eso no es generar riqueza, es empobrecer con método.
La derecha mexicana, huérfana de liderazgos sólidos tras la derrota de 2024, parece haber encontrado en este personaje a su “esperanza”. Pero basta recordar que hablamos de un empresario que se presenta como “antisistema” mientras ha sido beneficiario directo del mismo sistema que hoy critica. Un hombre que evade impuestos, que presiona al Estado cuando le conviene y que ha hecho de la televisión un púlpito personal para insultar a quienes no piensan como él.
La narrativa es peligrosa porque busca vender como alternativa lo que en realidad es un retroceso. Salinas Pliego no representa innovación ni cambio, sino la versión más rancia de la oligarquía mexicana: aquella que se enriquece a costa del pueblo y luego pretende gobernarlo. Las encuestas de Massive Caller son solo el envoltorio de un proyecto sin futuro, diseñado para manipular y para sembrar la ilusión de que la ultraderecha puede derrotar a Morena y a la presidenta Claudia Sheinbaum en 2030.
La verdad es que la democracia no se construye con encuestas fabricadas ni con mesías falsos. Los números de Massive Caller son un espejo roto, y lo único que reflejan es la desesperación de un sector político que ya no tiene más que ficciones que vender.
