He aquí navegando en las agitadas aguas político electorales en el país, y en Quintana Roo ídem, en donde siempre fiel a la liturgia de la política mexicana, propios y extraños están a la espera de la tradicional línea para ir a la cargada en el proyecto, partido político, o candidato que convenga; en el escenario nacional, al priismo, similares y conexos, más lo que se acumule durante el proceso electoral, la línea está dada: José Antonio Meade Kuribreña.
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Por añadidura, la línea ya es vertical, horizontal, y hasta transversal a lo largo y ancho del país.
Y los que no estén de acuerdo, tienen otra línea: Andrés Manuel López Obrador con Morena.
Las demás fuerzas políticas, en esta coyuntura nacional electoral concurrente hacia el 2018 para renovar la Presidencia de la República, el Congreso de la Unión, y en las entidades lo que corresponda a sus calendarios y circunstancias; tan sólo tienen que negociar cómo sumarse para la presentación de alianzas o frentes.
En este contexto, el mal llamado Frente Ciudadano que integran hasta ahora de facto el PAN, PRD, y el Movimiento Ciudadano, no logra tirar anclas en alta mar ante el temporal que vive cada instituto político en sus respectivas filas.
Es un secreto a voces que las fracturas partidistas que han ocasionado la deserción de grupos y destacados personajes, debilitaron a estos partidos políticos, y beneficiaron las filas de las dos grandes líneas: José Antonio Meade Kuribreña y Andrés Manuel López Obrador.
Las próximas elecciones serán más que alianzas multicolores, serán mezclas de colores y hasta amorfas, por lo que para el elector común y ante el descrédito de los partidos, será importante el perfil, imagen y propuesta de los candidatos; y aquí es donde las figuras de los candidatos independientes auténticos pueden tener un importante caldo de cultivo.
En Quintana Roo, el gobernador aliancista sin partido, Carlos Joaquín González, ya tiró línea: Sí va el Frente Ciudadano al margen de lo que suceda a nivel nacional, pero advirtió que no influirá en las negociaciones y acuerdos, ni postulará candidatos; sí garantizará el ejercicio democrático, la tranquilidad y seguridad del proceso electoral. De acuerdo con la liturgia política mexicana, la línea es no hay línea.
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