La ética, estrategia y mercadotecnia política deberían ser complemento para la formación integral de quienes aspiran a profesionalizarse en el ámbito político o desean ser líderes con poder o en el poder, en lugar de sustituir uno por el otro, ya que, en términos ideales, alguien que quiere asumir una responsabilidad de gobernar seguramente será más robusta su toma de decisiones, en la medida en que dependa menos de otros para decidir, entre muchas otras materias de dominio.
El desprestigio de la política y quienes la ejercen, va de la mano con las malas prácticas que se llevan a cabo con el fin de lograr fines diferentes a los que se dicen, ya sea para beneficiar a terceros o a sí mismos, pero no a quienes se debería servir, lo que obliga a alejarse de la ética, a diseñar estrategias para tal objetivo y usar dobles mensajes para quedar bien o tratar de quedar bien con todos, lo cual es el primer paso del fracaso.
Hablar es un arte, comunicarse efectivamente es una vocación, la más difícil pero la más bella también, y hablar puede ser desastroso si no se sabe hablar, al igual que casi todas las demás habilidades del ser humano o competencias que alguien debería tener para el correcto ejercicio de su función, sea cual sea.
Hablar con la persona indicada, en el momento indicado, de la forma correcta es un arte y se le llama comunicación efectiva, definiéndose esta como la habilidad de lograr que los mismo que se dice es lo mismo que el receptor comprende, siendo esta la manera más eficaz de lograr objetivos y metas en común y hace innecesario repetir, invertir tiempo extra en explicaciones, así como el incremento de la productividad.
Sin embargo, existe la malicia o en su caso la falta de habilidad para lograr ser claros, para hablar claro y algunos se forman en la mala práctica de dejar mensajes subliminales, dobles mensajes o mensajes ocultos, lo que significa que se usan recursos adicionales para que se diga una cosa, pero en realidad se pretende que se comprenda otra.
La perversidad podría ser una de las causas por las cuales alguien de manera deliberada, pretenda mandar mensajes ocultos en lugar de comunicación efectiva, sin embargo, hay profesionales en la materia que lo sugieren en temas que probablemente se consideren difíciles de abordar o quieran evitar pagar la factura, por supuesto que al hacer uso de estas estrategias políticas con el apoyo de la mercadotecnia política, que fuera de toda proporción la ética política que es de lo que más se adolece.
Que se hable claro y fuerte, para que se escuche y se comprenda con fuerza lo mismo que se pretende decir, solo así se podría transformar un sistema que ya demostró que requiere ser transformado.