Expectar significa fincar una expectativa y ésta es la esperanza o posibilidad de conseguir una cosa, por lo tanto, estar a la expectativa podría entenderse como la no acción, ni tomar alguna determinación hasta ver lo que sucede, esperar a que pase algo antes de hacer que pase otro algo.
Las personas se crean expectativas desde diferentes ámbitos, partiendo de sus paradigmas, filias y fobias, aspiraciones, metas y planes, actividad y muchos otros factores influyen para ello, dichas expectativas crean limites o abren horizontes, contribuyen a tu desarrollo o lo limitan.
Crearse expectativas basadas en otros o en factores externos podría ser demasiado iluso, incluso pondría en alto riesgo los proyectos de vida.
El enfoque en lo que se desea alcanzar es una ventaja que evita las distracciones y canaliza toda la energía a un objetivo, con la claridad de que a veces lo que sucede abona a la consecución de nuestras metas, aunque no lo veamos así en el momento y la mejor manera que hay de sacarle provecho a ese momento es, disfrutando al máximo cada caída y lo más pronto posible levantarse con la frente en alto.
Es importante comprender que el ámbito de acción es limitado, pero si nos hacemos cargo de lo que sí está en nuestras manos resolver, elevaremos la expectativa hacia nuestras posibilidades sin depender del exterior porque hay muchos aspectos que escapan de nuestras manos.
Decía Manuel J. Clouthier, el Maquio, “Que no haya ilusos para evitar desilusionados” y ante los cambios constantes en la vida, lo mejor es ser responsables de nuestro propio bienestar y de esa manera, pase lo que pase a partir de hoy, las expectativas serán solo un instrumento que nos ayude a conocer la diferencia entre lo que depende de uno y lo que no.