Jamás he negado mi procedencia y tampoco me avergüenzo de donde vengo, sino al contrario. Siempre ha sido motivo de orgullo compartir con familiares y amigos, que mi educación fue basada en la cultura del trabajo y el esfuerzo, en la combinación de estudio y trabajo a la vez y sobre todo la cercanía entre padres e hijos en todo momento.
“¡El que siembra, cosecha!”, me dijo mi padre una tarde, mientras bajo el sol incesante abríamos las entrañas de la tierra para depositar tres granos de maíz en cada poceta hecha con el punzón; el sudor corría por la frente debajo del sombrero y avanzamos al mismo ritmo con rapidez para terminar la jornada. “Y si siembras maíz, cosecharás maíz”, continuaba mi padre instruyéndome, a la edad de nueve años; “y si siembras mangos, naranjas o caña de azúcar, eso cosecharás y así es también en la vida, hijo.
Si respetas, te respetarán, si trabajas recibirás el fruto de tu trabajo; pero si actúas mal, también puedes recibir el mal. Recuerda siempre, que lo que siembras, cosechas”. Lecciones de vida en el formato más natural y sencillo de comprender, en la práctica constante y con el ejemplo al día.
Ahora que el tiempo ha pasado, sigue muy vigente esa enseñanza y la agradezco cada día, cada instante y observo el entorno y veo reflejado en todo momento y en todo acto ese resultado, tanto para bien como para mal y sólo es cuestión de tiempo para corroborar que son sabias las enseñanzas de los padres.
Los resultados son inevitables y todo aquello que se hace un día, trae sus efectos con el tiempo. El que trabaja recibe el pago por su trabajo, el que estudia obtiene sus resultados en la misma medida; quien emprende también logra sus frutos con el tiempo, quien habla con la verdad o quien miente, también obtienen sus resultados o consecuencias, quien usa a otros para lograr sus fines también obtendrá resultados en el mismo sentido.
El que siembra, cosecha lo que sembró y sería recomendable que se ponga mucha atención de lo que se está sembrando ahora porque, inevitablemente, la cosecha llegará en su momento y cuando es algo positivo o para bien, seguro habrá alegría y satisfacción.