Chetumal apareció, como cosa de magia, en el análisis que hace Skyscanner, una plataforma de búsqueda de lugares para viajar, en el cuarto lugar de las ciudades más buscadas en 2018.
Del mundo. Junto a Bogotá, Melbourne, Beijing, Dublín, Reikiavik, entre otras.
Es decir, que fue uno de los sitios con mayor número de interés para los viajeros.
El Chetumal nuestro. A donde no les gusta ir a los que viven en Cancún. La ciudad capital de Quintana Roo gobernada por ineptos, cuando no corruptos, desde hace muchos años, sin importar el partido político. La ciudad de los baches. La que no tiene playas. Donde se dice que el mejor lugar para comer es en tu casa. La que viven como “castigo” funcionarios estatales que provienen de otras ciudades.
La ciudad donde no llegan los empleados de la Secretaría de Turismo, pese al compromiso presidencial. La ciudad donde se venden cervezas en la calle para que los jóvenes las beban en la calle, con la complacencia de los policías. La ciudad donde la autoridad municipal no resuelve ni siquiera el problema de la basura.
Chetumal se puso de moda. Asombrosamente para muchos.
El número de viajeros que llegan a Chetumal por vía aérea aumentó exponencialmente, pese a que el aeropuerto parezca del “quinto mundo”, a que ni siquiera haya lugares suficientes para esperar los vuelos, siempre, retrasados.
Desde hace algunos meses, Chetumal se convirtió en el destino favorito de muchos mexicanos que visitan, también, Bacalar o Mahahual. Ahora también es lugar “interesante” para viajeros de todo el mundo.
Y yo, ingenuamente, me pregunto qué estamos haciendo para merecer esto. Y, también, más ingenuamente, me pregunto de qué manera vamos a responder a este “interés”… preguntas que uno se hace…