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noviembre 21, 2024

Letras de cambio

Santa Lucia, la promesa cumplida

Esta semana, una vez que se solucionaron los amparos, el aeropuerto de Santa Lucía comenzará formalmente a construirse.  Con cerros, con gritos, con todos los argumentos que se han utilizado en su contra, estará listo este sexenio.

Para los millones de mexicanos que no suelen viajar en avión, puede parecer totalmente irrelevante.  Para los pocos mexicanos que ya tenían sus negocios en Texcoco, en los terrenos del aeropuerto de la Ciudad de México, significará una tragedia económica.

Santa Lucía, es más, muchísimo más que un aeropuerto.  Se significa como el proyecto que define el gobierno de Andrés Manuel López Obrador.  Es una definición de su visión del universo, de todo aquello que ha venido diciendo a través de su peregrinaje por el país.

Es la manera más precisa que tiene el Presidente de decir que la corrupción, que el gobierno de Peña Nieto, que los negocios con el poder político, no tienen futuro en México.  Es definitivo, una definición ideológica que podrá verse, supongo que también entenderse, en el futuro.

El aeropuerto será construido por ingenieros militares.  Lo que está cargado de significados.  El primero de ellos la confianza que tiene el Presidente en el general Luis Sandoval, el convencimiento de que los militares pueden dar resultados con honestidad y transparencia.

Para el general, Gustavo Vallejo, es el reto, la prueba de su vida.  Para lo que se ha preparado cada día.  Como responsable de la construcción de Santa Lucía trae encima todas las miradas, y también, los deseos de que fracase.  ¿Puede hacerlo?  Diría que está capacitado de sobra, pero lo más importante es que va a entregar todo cada día, igual que sus ingenieros, que cada uno de sus obreros.  No  habrá horas extras ni pagos extras ni caprichos extras, no habrá sino la vocación de servicio que tienen los militares.

La convicción de hacer bien las cosas, de cumplir con la misión que le corresponde, va a ser norma en esta construcción.  No se trata de contratistas, ni de ingenieros civiles o arquitectos que pueden recular, aumentar el precio, modificar el proyecto. Con ellos, con los militares, no hay margen para equivocarse, lo saben, no les asusta.

A todo esto, habrá que agregar la transparencia ordenada por López Obrador.  Complicado ejercicio cuando se trata de instalaciones bajo el rubro de “seguridad nacional”, que van a cumplir dando a la ciudadanía acceso a toda la información.

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Tuvieron que transcurrir muchos meses de pleitos en los escritorios legales, de discusiones donde lo último que les interesaba a los impugnadores era el beneficio de la sociedad, para dar inicio formal a un aeropuerto funcional, correcto, equis, que sirva para lo que deba servir: para tomar un vuelo, para llegar de un vuelo.

Santa Lucia es un estandarte de una nueva visión de país.  Y para quienes están en contra de esto, del profundo cambio que vivimos, había dos sopas y la de fideos ya se había acabado…

 

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