Cuando el “guardaespaldas” de Héctor de Mauleón, periodista, mató a un presunto asaltante nos enteramos de que había militares retirados a disposición de quienes puedan pagar sus honorarios en el medio.
Ante el desafortunado, ilegal, evento de Humberto Padgett en Santa Lucía, volvimos a saber de estos militares que están dispuestos a irrumpir en una instalación militar pese a todos los impedimentos legales e incluso contra el sentido común.
Es decir, tenemos frente a nuestra curiosa mirada, la existencia de militares en situación de retiro que igual matan que se convierten en infractores de la Ley.
La pregunta es quiénes son. Y, lo más importante: ¿Cuál es la legislación que los rige? Porque entrar armados a Santa Lucia hubiese merecido mucho más que una amonestación si hubiesen sido civiles. ¿Por qué están vendiendo sus actuaciones, fuera de la Ley, a los postores periodistas que pueden pagarles? ¿O es que no les pagan?
Tener dos “escoltas” como el señor Padgett debe costar mucho dinero. Cinco o más veces del sueldo que recibe un reportero en un diario o medio de comunicación audiovisual. No se diga un analista político.
A estos sueldos, que a juzgar por la lealtad con que lo acompañaron mintiendo ante sus superiores militares, a sabiendas, que deben ser de muchos pesos, hay que agregar los viáticos.
¿Cuánto cuesta al mes un policía auxiliar de la CDMX sin arma, con turno de pocas horas, con descansos?
A las muchas mentiras con las que se publicitó la irrupción, ilegal, en las instalaciones de la zona militar de Santa Lucia, hay que agregar que se dijo que estos guardaespaldas están asignados por el Mecanismo de Protección a Periodistas de la Secretaría de Gobernación. Simplemente no los asignan. Y menos de forma que trasciende gobiernos federales y sexenios.
Cualquier militar sabe, por formación, por costumbre incluso, que es imposible traspasar instalaciones castrenses sin ser descubiertos. ¿Por qué lo hicieron?
¿Es que estamos ante una fuerza paramilitar, que proporciona seguridad a periodistas y quién sabe a cuántos otros, incluso delincuentes, que actúa, que se vende, porque su portación de armas es inviolable? Que cuentan con una “Patente de Corzo”.
Se me ocurre imaginar que el sexenio pasado esta “fuerza” surgió ante la petición “cariñosa” de periodistas al general Salvador Cienfuegos. Digo, se me ocurre…
¿Por qué militares en retiro pueden actuar con esta arbitrariedad, matando a presuntos delincuentes, o en su caso, mintiendo para romper protocolos de seguridad castrense? ¿Quiénes son? Y, en verdad, intentemos enterarnos, cuáles son las “obligaciones” de su trabajo de “seguridad”. ¿Hasta dónde están dispuestos a llegar? Porque también podríamos estar frente a individuos que golpean o secuestren por encargo de quienes son sus “jefes”. Ya sabemos que disparan.
Y la impunidad.
Es inconcebible que un periodista, que se supone un hombre enterado, estudiado, tenga la ocurrencia de penetrar a una instalación militar sin permiso. Pero es todavía peor que lo acompañen militares armados bajo un criterio estúpido porque no veo qué peligro hubiese tenido en la zona militar de Santa Lucia.
Algo huele a podrido aquí.
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