El “amor” por Adela Micha no surgió en Roberto Borge de la nada.
Es más, no era su tipo, ni en lo físico ni en lo profesional. No fue una relación de amistad o de compartir intereses como con otros importantes comunicadores, pocos, por cierto, en el ámbito nacional.
Quién tuvo “debilidad” por la Micha fue Félix González Canto. Como buen provinciano todo lo que sucedía en Televisa le parecía muy importante. De ahí que su concepto sobre el escritor Héctor Aguilar Camín haya “cambiado” cuando éste estuvo apareciendo en el Canal de las Estrellas.
Fue Félix gobernador quien le pagó poco más de 600 mil pesos, que en ese tiempo eran muchos miles de dólares al tipo de cambio, por una entrevista a su esposa en los últimos días del sexenio. Con todo y factura.
¿Cómo podía “facturar” la señora periodista sus “entrevistas”? Eso habría que preguntarle a ella. Pero fue lo que sucedió.
Y ese es el principio de la relación.
Supongo que vendría, también, recomendada por algún “cuate” de Borge. Pero no fue un tema personal, sino algo casual. Algo de lo que sucedía sin explicación con los “afectos” tan frágiles del entonces gobernador.
Así fue que le compraron al hijo lo que este vino a vender.
Total que eran seis millones de pesos si a la señora le pagaban por una entrevista 600 mil…
¿Para qué servía lo que vendió Gotlib Micha? Para nada. Porque, además, no había en ese tiempo los problemas de inseguridad que hoy se viven en Quintana Roo. Una especie de “teléfono de emergencia”, semejante al que entregan a los periodistas en situación de peligro. Un número al cual llamar para que, después, si funciona esto, acudan las autoridades.
¿Y el número de emergencia formal?
O sea, era una jalada en el mejor sentido del vocablo.
Pero se trataba del hijo de Adela Micha. Y ya habían comprado este “servicio”, esta “app” en otras entidades, como Coahuila o Hidalgo. ¿Recuerdan que al cumpleaños de Borge, antes de que hubiese candidatos, vino Rubén Moreira, todavía gobernador de Coahuila?
¿Se consultó a la Secretaría de Seguridad Pública? Obvio que no. De poco hubiese servido porque Mercader no entendía de estos “servicios” tecnológicos o de seguridad. Y, también, porque no se acostumbraba consultar a funcionario.
La aplicación se compró en inglés.
Y ahí está la burla inmensa. Lo que no debió haber sucedido. Mejor que le hubiesen pagado por “servicios profesionales”. Porque esta “aplicación”, que debía instalarse en los celulares, estaba en inglés… pese a que su “clientela” estaba conformada por locales. Absurdo de los absurdos que demuestra que no se revisaba nada, que ninguno le decía al entonces gobernador que algunos temas eran impresentables.
Ahora, digan lo que digan, vendieron una aplicación inservible. Y aunque el vendedor sea el hijo de una “connotada periodista” hay una responsabilidad legal. Dicen los que se interesaron en saber, que dicha aplicación se actualizó por última vez en noviembre de 2016. Lo cierto es que sigue sin servir, que desde su compra se supo que era un gasto inútil (yo lo publiqué en su momento).
Lo interesante será saber qué mecanismos existen actualmente para que estos absurdos no se repitan… O es de caprichos o no caprichos del gobernante en turno…