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diciembre 05, 2025

Voces

La delgada línea entre marketing ético y manipulación

El marketing es, en esencia, comunicación. Es contar una historia para conectar con las personas, darles razones para elegir y, en el mejor de los casos, generar confianza. Pero hay una línea muy fina, casi invisible, entre comunicar con ética y manipular. Y cruzarla puede costar mucho más que una venta.

El marketing ético pone al cliente en el centro. Habla claro, no promete lo que no puede cumplir y respeta la inteligencia de la audiencia. Es cuando una marca dice: “Esto es lo que ofrezco, así puede ayudarte, y aquí están las pruebas que lo respaldan”. El consumidor elige libremente y siente que fue escuchado.

En cambio, la manipulación juega con el miedo, con la urgencia falsa, con mensajes diseñados para presionar. Es cuando ves anuncios que te dicen: “Compra ya o tu vida será un desastre”. En el corto plazo puede funcionar, pero a la larga erosiona la confianza y destruye la reputación.

Hoy, más que nunca, los consumidores están informados. Investigan, comparan y valoran la autenticidad. Y en este contexto, ser transparente no es un lujo: es la única forma de sobrevivir. Porque el cliente que siente que lo manipularon no solo se va, también comparte su mala experiencia. Y en la era digital, esa voz se multiplica.

El reto para empresarios y profesionales del marketing es recordar que detrás de cada clic hay una persona real. No es un número en un informe, es alguien con necesidades, emociones y expectativas. Tratarla con respeto y honestidad no solo es lo correcto, también es lo más inteligente si queremos relaciones de largo plazo.

La diferencia entre el marketing ético y la manipulación está en la intención. Si tu objetivo es ayudar, aportar valor y generar confianza, el camino se siente natural y humano. Si tu objetivo es solo vender a cualquier costo, tarde o temprano tu estrategia se quebrará.

En un mundo saturado de mensajes, el marketing ético es ese faro que ilumina y genera credibilidad. Y quizá esa sea la clave: no buscar convencer, sino acompañar. Porque cuando las personas sienten que una marca las respeta, no necesitan ser manipuladas…simplemente deciden quedarse.

Edna Arroyo – Growth Marketer

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