Justicia Social: cuando las leyes sí cambian vidas
Por: Jorge Sanén
En el Congreso del Estado no se legisla en abstracto.
Al menos, no desde la visión que compartimos quienes creemos en la transformación profunda de nuestra sociedad.
Legislar no es acumular iniciativas ni llenar hojas de papel: es transformar realidades, tocar vidas, resolver problemáticas que por años han sido ignoradas por los de siempre.
Hoy más que nunca, Quintana Roo necesita leyes con rostro humano.
Iniciativas que surjan de escuchar a la gente en el territorio, de recorrer colonias, dialogar con comerciantes, maestros, jóvenes, madres de familia y trabajadores del campo y la ciudad.
No hay mayor inspiración para una reforma legal que la palabra honesta de quien enfrenta todos los días el transporte caro, el sistema de salud rebasado, la falta de agua, la inseguridad o la desigualdad.
Como legislador, tengo claro que el Congreso no puede ser una burbuja.
Por eso, cada propuesta que impulso o respaldo tiene un anclaje directo con las necesidades reales de nuestro pueblo.
Desde reformas en salud pública, para garantizar atención oportuna y sin corrupción, hasta cambios en materia de movilidad que buscan construir un sistema más justo y accesible, el objetivo siempre es uno: que la ley sirva, que funcione, que alivie.
La Cuarta Transformación no solo se construye desde el Ejecutivo.
También se consolida desde el Poder Legislativo cuando éste asume su papel histórico con responsabilidad y cercanía.
No podemos permitirnos ser una legislatura de escritorio. Estamos aquí para responder a un mandato popular que exige congruencia, resultados y compromiso.
Hoy más que nunca, legislar con sentido social es una obligación ética.
Es legislar con el corazón, con conciencia de clase, con la mirada puesta en las y los que fueron olvidados por décadas.
Porque sí, las leyes pueden cambiar la vida de la gente.
Pero solo si se hacen desde el pueblo, para el pueblo y con el pueblo.