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diciembre 05, 2025

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Identidad Sólida

“De modo que, si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17).

Alicia, en su viaje al país de las maravillas, tuvo que encogerse, agrandarse y transformarse para atravesar puertas y adaptarse en cada mundo maravilloso que su existencia experimentaba. Esa metáfora refleja lo que millones viven hoy: identidades que se ajustan según la exigencia del trabajo, la sociedad, las redes sociales o incluso la familia.

El sociólogo Zygmunt Bauman llamó a este fenómeno identidad líquida: nada es fijo, todo fluye, cambia y se moldea para encajar. El resultado es confusión: ¿quién soy en verdad? ¿El que aparenta en la oficina, el que sonríe en redes o el que se quiebra en silencio en su habitación?

Igual que Alicia, las personas viven desorientadas: demasiado grandes en su orgullo, demasiado pequeñas en su temor. La presión de los disfraces genera dependencia, ansiedad y vacío. Vivir encogiéndose o agrandándose según la puerta que se cruza termina dejando al alma sin un centro estable, con una identidad que se diluye y pierde entre la búsqueda de significado, aceptación y seguridad, en mundo que no saben ser ellos mismos desde el valor de imagen de Dios.

El evangelio ofrece un camino distinto. Cristo no nos pide disfrazarnos ni ajustarnos a moldes cambiantes. Él nos da una nueva identidad, firme y eterna. En Él, no somos líquidos ni fragmentados: somos hijos amados, perdonados y enviados. Esa verdad nos libera de la esclavitud de aparentar.

El mundo pide máscaras, Cristo ofrece identidad verdadera.

Kafka dijo: “Me avergoncé cuando me di cuenta de que la vida era una fiesta de disfraces y yo asistí con mi cara real”. El ser humano está en búsqueda de si mismo, y mientras se busca, más extravía en su propio vacío y miseria de pecado autoengañándose que al fin se encontró.

Desafío práctico:

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Hoy decide vivir sin disfraces, sin simulación, deja de aparentar para encajar y ser aceptado. Afirma tu identidad en Cristo: no necesitas encogerte para agradar ni agrandarte para impresionar. Descansa en que tu valor está asegurado en Él. El reto de la semana: examina en qué áreas estás actuando como Alicia —adaptándote para encajar — y reemplaza esa inseguridad con la verdad firme del evangelio.

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