En la alternancia política, el transfuguismo es parte de la forma de hacer política: cambiarse de partido ofrece la posibilidad de ganar el poder.
La deslealtad o la disidencia partidistas comenzaron a ser rentables: presentarse con otras siglas a las elecciones y romper con el viejo régimen que los formó, fue y es para muchos atractivos, tanto por el triunfo electoral como por la necesidad de canalizar su oposición.
Los tránsfugas, principalmente priistas, han contribuido al cambio político desde las últimas décadas del siglo XX a la fecha.
Hoy en día, el ‘transfuguismo’ político va de la mano con otra praxis político-electoral muy mexicana: el ‘chapulinazgo’, en los próximos comicios veremos una mezcolanza de militantes tránsfugas y chapulines políticos.
En nuestro país, el cínico pragmatismo de los actores políticos ha borrado la línea ideológica entre la izquierda y la derecha.
Durante las últimas semanas, hemos sido testigos de la desbandada de cientos de militantes tránsfugas que buscan, desesperadamente y sin pudor alguno, convertirse en candidatos de otros partidos políticos, con el solo afán de ocupar otro cargo público.
Ejemplos en Quintana Roo abundan, entre otros, el caso de la ex delegada de Sedesol Marisol Villegas (panista perredista, priista) y se habla de una posible negociación para contender por la presidencia municipal de Solidaridad por la alianza Morena-PES-PT, del aun diputado federal priista José Luis “Chanito” Toledo, la primera ya logro una postulación por Morena.
El partido político más beneficiado con el ‘boom’ de militantes tránsfugas. Algunos afirman que mientras AMLO siga arriba de las encuestas, no se descarta el arribo de más tránsfugas al partido.
Los partidos políticos deberían presentar candidatos serios, estables ideológicamente hablando, para que lleven a buen puerto la plataforma de sus partidos, pues no se deben prestar a que existan entre ellos estos cambios oportunistas, que al final no permitan consolidar el plan de un determinado partido. La historia política de México está plagada de militantes tránsfugas.
Tan cierto es que hasta la sabiduría popular lo reconoce a través de un refrán: “La militancia dura hasta que las candidaturas alcancen”.
Como una plaga, en cada elección aparecen cientos de ‘tránsfugas’ y de ‘chapulines’.
Prueba de ello son los panistas que ahora compiten al lado de partidos que avalan el aborto; priistas que reniegan de imposiciones, y perredistas que se van con su primo: Morena. Yo me pregunto: ¿Existirá un insecticida anti chapulines tránsfugas?