El país inicia la búsqueda de un nuevo mandatario en medio de su momento más cruento en décadas: durante el mandato de Peña Nieto se produjeron más de 100 mil muertes violentas y 30 mil desapariciones.
El primer semestre de 2017 fue el más violento en 20 años. Para algunos analistas, éste fue el resultado de la incapacidad y de voluntad de las estructuras de seguridad para resolver las cosas, pero también de la falta de crítica al interior del gabinete sobre lo que se ha hecho, lo que no se ha hecho y lo que se ha hecho mal.
Cómo explican que en medio de todo este despliegue del Ejército y la Marina existan territorios ocupados por el crimen organizado a los que no puede entrar nadie, el de Peña Nieto es un gobierno fallido. México es un Estado fallido que no se conduce por las fuerzas legítimas sino por otros entes. Actúa con actores informales que suplen el papel del Estado, que comparten ese papel. Por ejemplo: ¿quién está cobrando impuestos? Pues los grupos criminales, con su derecho de piso. Es una muestra de la fragilidad del Estado.
En el aire, no solo quedan los casos Tlatlaya, Ayotzinapa o los miles de desaparecidos, sino también temas como los presuntos casos de corrupción en el gobierno de Peña, que nuevamente salieron a relucir después de que el ex director general de la petrolera estatal (Pemex), Emilio Lozoya Austín, fuera acusado de recibir sobornos de ejecutivos de Odebrecht.
El gobierno de Enrique Peña Nieto ha colapsado todos los aspectos del desarrollo social, el crecimiento económico y el impulso del empleo, es así que su Plan Nacional de Desarrollo resultó ser todo un fracaso.
Por lo tanto, Peña Nieto ya es considerado hasta ahora el peor presidente que ha tenido México y hay quienes hablan que el peor de toda la historia, superando en corrupción y tráfico de influencias a los períodos de Carlos Salinas de Gortari y Vicente Fox Quesada, quienes ocuparon la Presidencia de la República para enriquecerse sin límites, sin que esto quede libre Felipe Calderón, quién dejó mil de desaparecidos en todo el territorio. Los mexicanos vivimos la resignación a medida que los ricos se enriquecen y los pobres se mueven hacia una situación más crítica.
