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diciembre 05, 2025

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Flora y Fauna: El Cancún que Queremos

A través de los años he visto que, por desgracia, son pocas las obras en que se rescata la flora y fauna.

En los últimos años, la evidencia es clara: cada vez hay menos aves y muchas aparecen muertas o heridas.

Búhos, chachalacas, pericos, monos araña, sereques, e incluso guacamayas y tucanes casi han desaparecido.

¿Por qué sucede esto? Por la irresponsabilidad de la dirección de Ecología estatal y municipal, que no inspecciona adecuadamente las construcciones.

Con una multa se da por resuelto, y la PROFEPA, que debería sancionar, no cumple con su obligación de proteger a la fauna silvestre.

Es crucial recuperar flora y fauna para mantener los servicios ecosistémicos esenciales, como el aire, el agua y el alimento; conservar la biodiversidad; y asegurar el bienestar humano a través de beneficios ambientales, culturales y medicinales.

Un ecosistema sano, diverso y resiliente contribuye a un desarrollo sostenible y a una mejor imagen para los constructores, quienes deberían comprometerse no solo con ganar dinero, sino con integrar sus desarrollos a la naturaleza, reforestando, rescatando a la fauna y llevándola a santuarios o reintegrando en hábitats seguros.

El cuidado de la flora y fauna también garantiza aire y agua limpios.

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Las plantas producen el oxígeno que respiramos, mientras que los ecosistemas saludables purifican aire y agua, regulan enfermedades y ayudan a mantener un clima estable.

Insectos y microorganismos son fundamentales para la formación de suelos fértiles, lo que nos permite tener un medio ambiente más diverso, saludable y capaz de recuperarse.

Las empresas a menudo piensan que cuidar la naturaleza es un costo, pero en realidad es una inversión.

Los desarrollos sustentables son hoy más aceptados por la población, reducen riesgos legales, fortalecen la imagen corporativa y ofrecen un valor agregado.

Es triste ver en Cancún camellones sin árboles, colonias sin jardines, solo casas y más casas, sin parques para la comunidad.

Águilas pescadoras han terminado anidando en antenas de radiodifusoras o en edificios de la zona hotelera; muchas aves se estrellan contra los ventanales porque no se colocan marcas preventivas; garzas buscan alimento en camellones, expuestas a ser atropelladas; y hasta monos araña, venados o jaguares llegan a residenciales, desplazados por la destrucción de su hábitat.

En todo Quintana Roo no existen señalamientos que advierten “Peligro: fauna silvestre” o “Ceda el paso a venados, jaguares o monos”. Tampoco hay letreros que llaman a respetar árboles y plantas, ni sanciones claras para quienes los dañan.

Debemos educar a los ciudadanos desde la infancia: llevarlos a sembrar árboles y flores, enseñarles a cuidar parques y a convivir con respeto hacia la naturaleza.

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Cancún necesita espacios públicos con áreas de juego, zonas para mascotas y parques donde la comunidad pueda reunirse, incluso con tradiciones como colocar cada año un gran árbol de Navidad.

Una ciudad limpia, verde y ordenada es posible, y sorprendería a los turistas no solo por sus playas, sino también por su civismo y amor a la naturaleza.

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