Quien hubiese pensado que uno de los símbolos principales de la cultura contemporánea ocurriría exactamente hoy, pero hace 98 años, pues desde las montañas de Los Ángeles, se colocaban las letras “Hollywood”.
Y seguramente, más de una y un productor residente de la calle Rodeo Drive, se sentirá celoso ante la comedia que protagoniza, Alejandro Moreno. En razón de lo anterior, la militancia priísta debería seguir el ejemplo de Claudia Sheinbaum, en la Secretaría de Gobierno de la CDMX (cof, cof, Marti Batres), y realizar algunos cambios, en sus operadores políticos.
¿Será que uno de los posibles sucesores sea Omar Fayad?, pues con su reforma a favor de la irrupción legal del embarazo, el ala feminista del partido, sin duda estará contenta. Ó acaso, la causa por la cual tembló con 4.8 grados de intensidad en la tierra que vio nacer a Benito Juárez, se deberá a la salida del Gobernador Alejandro Murat, para irse a dirigir a sus correligionarios, ante el naufragio del barco que alguna vez fuese el PRM.
Habrá que ver qué ocurre, en los próximos días.
POST-IT ¿Qué sentirán los expresidentes al saber que tienen el peso de la historia sobre su espalda?, y que con sus decisiones son capaces de pasar a la eternidad, al ser recordados por su manera de gobernar.
Lo anterior, con base en el aniversario 2121 del natalicio de Julio César, quien fuera el primer Emperador Romano, capaz de sentar los precedentes para que su nombre inspirase a las y los más grandes gobernantes, de la talla del francés Napoleón Bonaparte, el británico Winston Churchill, el americano Franklin D. Roosevelt, el sudafricano Nelson Mandela y el mexicano Andrés Manuel López Obrador. Por su parte no habrá de olvidarse, aquel cementerio de los villanos mexicanos en el cual, a pesar de cumplir todas las variables para pasar como estadistas y hombres de Estado, en la historia mexicana, algunos de nuestros ex-gobernantes, prefirieron asemejarse más al “Rey de chocolate con nariz de cacahuate” de la canción de Francisco Gabilondo Soler, mejor conocido como Cri-Cri.
¿O no, estimado Felipito Calderón?
