No va a ser el 10 de abril, fecha de la revocación de mandato y día -de 1864- en que Maximiliano de Habsburgo fue nombrado emperador de México, el gran examen para Andrés Manuel López Obrador.
En realidad, será el 21 de marzo, cuando entre en operaciones el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles de la CDMX.
Ahí comenzará el verdadero juicio (tangible) de la 4T.
Volverá a debate todo: cancelación de Texcoco, “militarización” de Santa Lucía, seguridad del espacio aéreo, viacrucis terrestre que supondrá la lejanía del AIFA, y hasta si la torre de control está derecha.
Por cierto, los tabasqueños, que son los que en el país más respaldan al presidente, tendrán la oportunidad de ser de los primeros en estrenar la terminal, a través de Aeroméxico.
No hay riesgo alguno de que el paisano sucumba en la revocación. Pero si el FÁ, en opinión de la gente, es un éxito, más inútil será la consulta.
En cambio, si fracasa, el movimiento guinda se tambaleará, habrá seguramente menos votantes en la revocación, y las expectativas ciudadanas sobre el Tren Maya -se concluirá a fines de 2023- y la refinería de Dos Bocas (las pruebas están previstas para este mismo año) se nublarán.
Resulta de suma importancia que “el aeropuerto de AMLO” dé resultados en las primeras semanas, porque de ese saldo dependerá no solamente la justificación de la inversión: $84 mil 956 millones, sino que más aerolíneas decidan volar desde él, y la viabilidad comercial de la zona y de la propia terminal.
El 21 de marzo, día -de 1806- en que nació Benito Juárez, comenzaremos a ver por dónde irá el juicio histórico de López Obrador, al menos en términos de obras materiales.
Y DE MAÑANA…
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